Crisis energética incita a la expropiación

Un hombre pasa en bicicleta junto a un afiche de apoyo a la expropiación de la petrolera YPF  frente al Congreso Nacional en Buenos Aires (Argentina).

Un hombre pasa en bicicleta junto a un afiche de apoyo a la expropiación de la petrolera YPF frente al Congreso Nacional en Buenos Aires (Argentina). Crédito: efe

BUENOS AIRES – Hace menos de una década, Argentina exportaba petróleo y gas natural. Ahora el gobierno gasta miles de millones de dólares para importar hidrocarburos y distribuirlos a precios subvencionados.

Este giro es la razón por la que Argentina, que se ganó el vilipendio de la comunidad financiera global luego de declarar un impago de deuda, está dispuesta a arriesgarse al aislamiento internacional al arrebatar de manos españolas el control de su principal compañía petrolera, de acuerdo con analistas. La presidenta Cristina Fernández causó la indignación del gobierno de España, el mayor inversionista extranjero en Argentina, y el aplauso de muchos argentinos al decretar la expropiación de la mayoría accionaria de Repsol YPF SA en la otrora compañía estatal YPF.

Apenas hace dos meses, Repsol YPF había elevado sus cálculos para las reservas de gas y petróleo de esquisto que había hallado en Argentina hasta casi 23,000 millones de barriles, suficientes para duplicar la producción del país en una década. Pero la compañía española dijo que costaría 25,000 millones de dólares al año explotar esas reservas, y advirtió que Argentina necesitaría reformar su política energética para atraer la inversión necesaria.

En lugar de ello, Fernández tomó el control de la compañía, dándole a su gobierno acceso a miles de millones de dólares en efectivo, suficiente energía para cubrir la demanda nacional en el corto plazo y, potencialmente, resolver las tribulaciones económicas de Argentina en el futuro.

La mandataria acusa a Repsol de desangrar a YPF desde que asumió su control en la década de 1990 al no invertir lo suficiente en sus yacimientos y de no cubrir las necesidades de la creciente economía argentina, aun cuando pagaba enormes dividendos a sus accionistas.

La empresa acusa a Argentina de mermar la producción con sus subvenciones, límite de precios e impuestos a la exportación.

Ambos tienen parcialmente razón, según Eduardo Fernández, consultor independiente y ex director de Combustibles de la Secretaría de Energía argentina.

El problema fue un gobierno que aprobó la práctica de permitir que Repsol usara las utilidades para pagar dividendos a los inversionistas en lugar de invertir ese dinero en el futuro de la compañía. “Con eso lo que lograron es que no hubo reinversión de utilidades y a la vez no se hizo mucha exploración. Por eso las reservas fueron mermando. Como había poca inversión, tampoco había reparación de pozos y la productividad fue cayendo”, dijo Fernández. La producción argentina ha caído a un nivel tan bajo que el gobierno gasta ahora miles de millones de dólares al año en importar combustibles caros que distribuye con pérdidas a empresas y consumidores.

La energía barata ayudó a los argentinos a recuperarse luego de que un impago de deuda y una devaluación en 2002.

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