Cada vez más niños cruzan solos hacia EE.UU.

La Patrulla Fronteriza registra un aumento en las detenciones de menores que llegan sin sus padres

El Paso – El número de menores de edad que han pasado a custodia del Estado tras su detención por la Patrulla Fronteriza sin la compañía de un padre o tutor en su intento por ingresar ilegalmente a EE.UU. ha aumentado este año en 77 %.

El director asistente del Departamento de Salud y Servicios Humanos (HHS) y portavoz de la Oficina de Reasentamiento de Refugiados (ORR), Kenneth Wolfe, dijo a Efe que en años recientes la cifra anual era de siete a ocho mil niños atendidos en el programa para menores sin compañía, pero desde el pasado octubre ya son más de cinco mil.

“Pasar por México me daba miedo, pero había llegado el tiempo de salir a buscar a mis padres y de escapar de las pandillas”, comentó a Efe David, uno de los miles de menores que viajan sin compañía de un adulto desde su país a Estados Unidos.

El joven hondureño salió después de que miembros de una pandilla lo amenazaron con que de no unirse a ellos, lo asesinarían. Tenía miedo y decidió que era momento de partir a EE.UU. donde emigraron sus padres cuando él apenas contaba con dos años de edad.

La mayoría de los menores bajo tutela de la HSS son adolescentes varones, ocho de cada diez, y dos tercios de ellos proceden de Guatemala, El Salvador y Honduras. La mayoría tienen entre 14 y 17 años, 17 % tiene 13 o menos.

“Anteriormente el número de niños centroamericanos y algunos mexicanos que llegaban sin compañía disminuía en invierno, pero a partir del año pasado el ingreso ha ido en aumento, incluso en esa temporada de frío”, explicó la directora de Servicios para Inmigrantes y Refugiados de la Diócesis de El Paso, Ileana Holguín, organización que desde 2007 brinda asistencia legal a estos menores.

Después de su detención, los llamados UAC (“unaccompanied alien children” o menores extranjeros sin compañía) son generalmente enviados a albergues administrados por la ORR que opera instalaciones diseñadas especialmente para alojar menores en ciudades con altos niveles de inmigrantes como El Paso, Phoenix y Houston, entre otras.

Ahí reciben consejería, asistencia médica, alimento, ropa, clases y educación física.

Pero el inesperado aumento de estos niños procedentes de Centroamérica ha obligado a HHS a albergar temporalmente a por lo menos 100 menores en la Base Militar estadounidense San Antonio-Lackland, en Texas.

“Es preocupante que estos niños sean ubicados en bases militares, ya que para los menores de edad es suficientemente traumático el encontrarse detenidos en estos albergues, como para además llegar sin que se les explique su situación y sentirse en un ambiente militar en un país que no conocen”, argumentó Holguín.

En opinión de la abogada, este aumento de menores centroamericanos se explica a factores como las pandillas, el aumento de violencia e inestabilidad social y económica en sus tierras, violencia doméstica e incluso tráfico humano.

Parten también para encontrar a los padres que los dejaron a cargo de abuelos o tíos cuando eran muy pequeños para ganarse la vida en Estados Unidos.

Holguín mencionó que para llegar a este país los menores enfrentan “situaciones dolorosas” a su paso por México como abusos sexuales, violencia, se deben colgar de los vagones del tren y aguantar el sueño para no caer, pasan hambre y frío y luego, deben enfrentar el desierto en la frontera estadounidense.

Añadió que el incremento de estos menores ha puesto además en jaque la asistencia legal que cada uno recibe de abogados pagados por ORR.

En El Paso, por ejemplo, fue necesario abrir en el mes de marzo un cuarto albergue para estos menores, y ORR informó ya que sólo proveerá fondos para su asistencia legal hasta el 31 de julio, después de lo cual la organización deberá dejar a estos niños sin ayuda, o bien recortar los servicios en los cuatro refugios.

“No quiero ni pensar en lo traumático que será para un niño el presentarse ante un juez migratorio a defender su caso por sí mismo”, sostuvo.

La directora señaló que con ayuda legal se ha conseguido que 60 % de estos menores puedan reunificarse con un familiar en Estados Unidos y con ellos continuar su proceso migratorio. Algunos obtienen visas para jóvenes víctimas de abuso, maltrato y abandono, otras para víctimas de tráfico humano e, incluso, asilos políticos.

El resto regresa voluntariamente a su país, después de aproximadamente tres a cuatro meses en estos albergues.

“Es muy duro cuando tienen que regresar porque su familia debe el dinero que utilizaron para el viaje del muchacho, y para los menores es regresar ya con el peso de abusos y situaciones traumáticas sobre sí”, manifestó.

Por lo pronto David espera reunirse con sus padres en Tennessee. “Es mi oportunidad de saber que se siente tener papás”, finalizó.

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