Combate: Para antes del sueño y después de la pesadilla
Historias de venenos y antídotos. Crónicas de francotiradores y escapistas confesos.Buena reflexión para ayudar a la memoria.
Pacquiao frente a Márquez como Mayweather frente a Cotto. Recorrido bucólico de coser y cantar. Muy fácil. ¿En serio?
Eso antes de pelear.
Porque después de la refriega y con las preguntas en la piel rasgada de por qué no aparecieron todas las respuestas, la sensación es otra. Asqueante. Amarga. Frustrante.
“Si Márquez cree que no le gané? podemos volver a pelear”, o “Cotto ha sido un gran contendiente. ‘Top figther’? Créo que ganó algunos asaltos”. Pacquiao y Mayweater en dos momentos distintos, explicando por qué no fue fácil lo que a priori era un ejercicio simple.
“Lo que se debe haber reído Mayweather después de ver lo mal que estuvo Pacquiao pasando trabajos ante Juan Manuel Márquez con 39 años”. Eso dijimos cuando el destructor de De la Hoya no fue capaz con el trámite de aniquilar a un peso ligero natural al que llevó a 143 libras para noquearlo y echarlo del boxeo después de llenarle los bolsillos.
No pudo con él. Porque no le ganó. Y eso que los jueces le dieron la decisión, pero no le ganó. Porque se peleó como quiso Márquez. “Me robaron otra vez”, dijo.
Y la cara de aquel Pacquiao en la noche de ese 12 de noviembre en el MGM, sin chispa y sin expresión de triunfo, era el testimonio natural de una victoria que no valía la pena celebrar porque no le pertenecía.
Ganó porque tenía que ganar, o si no? ¿cómo puedes cobrar a mitades en un combate futuro entre los dos hombres que reclaman cada uno ser el mejor libra por libra del mundo?
Un tiempo después nos encontramos en el mismo lugar, diciendo exactamente lo mismo. “Lo que se debe estar riendo Pacquiao después de haber visto lo mal que lució Mayweather ante Cotto”.
Había que ver al mago de la defensa, al escapista prodigioso, enjuagado en su propia sangre. ¿Sí? ¿? y por qué habrá sido?
“Quisimos hacer una pelea diferente para divertir al público que paga”, eso dijo. Mentira.
No tuvo el valor de decir que esta pelea se había salido de su guión y que no la pudo controlar porque se peleó como lo propuso Cotto. Adentro, en la candela? a morir matando.
No dijo que el boricua no estaba allí para ser notario del resultado porque sentía que lo habían robado. No en la pelea, que no ganó. Sino en el zarpazo a su título mundial que habría mantenido con un empate, que sí merecía y que en otra plaza le habrían dado.
En el cuchicheo conspirativo de los reporteros en ringside era un empate. Un punto arriba uno, un punto abajo otro, pero los jueces marcaron una paliza.
Ganó porque tenía que ganar para montar la pelea de los dos mejores libra por libra del mundo. Fabricando historias. Ideando fábulas, construyendo mitos.
Lo que se habrá reído Pacquiao de ver al “Money” sufriendo ante un hombre al que [tres años atrás, más entero y más joven] él le dio una paliza de leyenda.
Y sí, parecía fácil para “Pacman” la tarea de arrollar a Márquez, pero no pudo y la pasó mal toda la noche, mientras coqueteaba con un disgusto mayúsculo.
Y se veía muy simple para Mayweather frente a Cotto, pero no fue tal, y así con la calculadora exponencial que cuenta sus golpes en manos de los jueces, se gastó una hora buscando respuestas sin hallarlas, mientras bordeaba el fiasco.
Cuentos para antes sueño y después de la pesadilla.