Golpe a Assad

La oposición siria no es garantía de democracia

El Ejército Libre de Siria (ELS) reclama la autoría del peor atentado que haya sufrido el Gobierno de dicho país indicando que el fin del régimen de Assad está muy cerca.

El miércoles una bomba estalló en la sede del buró nacional de seguridad en medio de una reunión de ministros encargados de proteger militarmente al Gobierno. En la explosión murieron el ministro de defensa Daoud Rajiha, quien también es la principal figura cristiana del oficialismo, y su viceministro el general Assef Shawkat, cuñado del presidente Bashar al Assad, mientras que el ministro del interior Mohammed Shaar quedó gravemente herido.

El ELS reclama que el ataque se dio sin ningún suicida y sin que hayan tenido baja alguna, aduciendo que sus fuerzas han infiltrado muchas esferas del Ejército oficial, del cual han emergido.

Esta organización armada, descrita como “terrorista” por el Gobierno, aduce tener 40 mil hombres y su comando está en Turquía, país fronterizo que le da cobertura y apoyo. El ELS, además, recibe armas, dinero o voluntarios de la nueva Libia y de las seis petromonarquías del Golfo Pérsico, las mismas, cuyo Consejo, discute la posibilidad de reconocerle como la sola autoridad de Siria. El Gobierno británico le presta equipos de comunicaciones, aunque niega estar dándoles implementos bélicos.

El ELS ha sido cuestionado por Human Right Watch por violar los derechos humanos y estar envuelto, al igual que el oficialismo, en casos de tortura y secuestros.

Dentro de las minorías de Siria (cristianos, alawitas, drusos y chiitas) hay temores ante el ELS, varios de cuyos comandos promueven el retorno de la hegemonía sunita. Según la agencia Fides del Vaticano unos 10 mil cristianos fueron expulsados por el ELS en la ciudad de Homs.

Mientras el Gobierno viene sufriendo importantes defecciones dentro de sus líderes y bases de raíces sunitas, la oposición no logra unirse. Es más, en esta actúan desde grupos armados que promueven una guerra santa sunita contra las demás etnias hasta Al Qaeda.

La guerra civil siria se agrava y ya bordea la cifra de cien muertos por día. Las posibilidades de que Assad ceda el poder o que se dé un golpe que le deponga no se han mostrado viables desde el inicio de las protestas a inicios del 2011.

No obstante, la descomposición del Estado sirio puede conducir al surgimiento de varios poderes locales, en tanto que Occidente prefiere apostar al desplome interno de Assad, antes que a darle justificativos para mantenerse lanzándole una invasión a lo Iraq o un bombardeo a lo Libia.

La oposición siria no es garantía de democracia, pues en su interior hay sectores que buscarán arrinconar a las minorías y por sus ligazones con los reyes más autocráticos del planeta.

Una eventual caída de Assad sería un duro golpe para Irán, Hezbolá y Hamás.

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