Obscuridad sublime

En un poema fechado en 1957, titulado “The More Loving One”, W. H. Auden reflexiona sobre el papel que tienen las estrellas-la fuerza motora a la que otros se refieren como Dios-en su vida. Si todas las estrellas desaparecieran, dice, el poeta, aunque se demoraría tarde o temprano aprendería a contemplar un cielo vacío. Ese cielo vacío, antes sus ojos, sería “oscuridad sublime” (darkness sublime).

Esa frase fue lo primero que me vino a la mente al enterarme del atroz incidente en Aurora, Colorado, en el que un desquiciado (¿qué otro calificativo serviría para describir al perpetrador, que también es un ex estudiante de doctorado en la Universidad de Colorado-Denver?) asesinó a 12 persona e hirió a 59? El lugar era un cine multiplex, la hora la función de medianoche de la última entrega de The Dark Knight, la trilogía de Christopher Nolan sobre el superhéroe enmascarado Batman. Soy un admirador de esa trilogía por la manera en que explora-y explota-la maldad de manera oscura y sublime. El cine es un templo para Nolan en el ven expresión nuestros sueños recónditos. Ver cualquiera de las entregas de sumergirse en el miedo: un miedo interno, ancestral, impostergable.

¡El corazón oscuro! Realidad y fantasía se yuxtaponen. La escena de la matanza en Colorado, a unas veinte millas de Columbine, estará para siempre ligada a Batman. ¿En qué medida lo ve vemos en la pantalla, ese celuloide que es espejo de nuestros miedos, es responsable por nuestros trastornos? ¿Invita Hollywood a la violencia? El problema asimismo está en otra parte: en el uso legal de armas en el país.

Es cierto que una ametralladora no mata; el que mata es el individuo que la dispara. Con frecuencia esa persona es un loco porque hay múltiples maneras de resolver una discordia y las armas de fuego no son una de esas maneras. Obviamente, sin una ametralladora esa persona carece del instrumento que hará posible su destrucción. Por otro lado, los defensores del derecho a portar un arma de fuego aseguran que una matanza como la de Colorado es una excepción y que en su mayoría las armas (cuyo uso, por cierto, está protegido por la constitución) son útiles para la autodefensa.

En la trilogía The Dark Knight, las armas se usan libre y frecuentemente. La gente muere en la pantalla. Pero una vez terminada la filmación, los muertos se van a su casa. Nuestra realidad si bien es acaso menos divertida que la fantasía, es sin duda más atroz. En ella los muertos no reviven y la sangre no es una mentira. La oscuridad sublime es la soledad que nos rodea. Ni las estrellas ni Dios se interesan por nuestros excesos. Y, tal parece, tampoco nosotros.

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