Hora de atender a los trabajadores de limpieza de Houston

Los trabajadores de limpieza de Houston afiliados al sindicato SEIU (Service Employees International Union) han intensificado sus actividades de desobediencia civil en el marco de su huelga en demanda de condiciones de trabajo justas y salarios dignos.

Su lucha ha recibido el apoyo de activistas y organizaciones de varias ciudades del país y, en el contexto actual, es un movimiento singular en el panorama laboral en Estados Unidos.

La huelga dura ya cuatro semanas y estaba previsto que el pasado jueves 2 de agosto se reanudaran las negociaciones entre los representantes de los trabajadores y los de las compañías que los contratan para limpiar oficinas ubicadas en grandes edificios de la ciudad, sedes de grandes y multimillonarias corporaciones.

La lucha de los trabajadores de limpieza es justa y sus demandas deben ser resueltas de modo que tanto ellos como las empresas contratistas logren un acuerdo amplio, integral y de largo aliento que permita no solo solucionar el problema actual sino dar a la relación laboral entre ellos una base estable sobre la cual se pueda desarrollar progresivamente mejores condiciones.

Que los trabajadores de limpieza consigan un salario digno y condiciones de trabajo justas es un objetivo justificado por razones económicas, morales, políticas y humanitarias.

Si bien el argumento de los costos en un contexto de mala situación económica general ha sido esgrimido en la controversia entre huelguistas y contratistas, lo cierto es que mantener severamente deprimidos los salarios de una fuerza laboral no contribuye a que los contratistas puedan ofrecer servicios de alta calidad y eficiencia a sus clientes, por lo que al final pagar poco a sus empleados redunda también en mermas, presentes y futuras, para los contratistas.

Desde luego, para los trabajadores de limpieza seguir en una situación en la que una persona gana $9,000 al año resulta insostenible y frena por completo sus opciones de vida digna para ellos y sus familias.

En este sentido, mejorar los salarios y las condiciones laborales de estos trabajadores es un imperativo ético y político: un mercado necesario (el de las empresas de limpieza), una ciudad (Houston) y un país (Estados Unidos) no pueden mantenerse social y económicamente estables y con opciones de desarrollo si a un componente clave se le mantiene en niveles de pobreza y opresión. Y si bien el de los trabajadores de limpieza es un microcosmos que no puede proyectarse de modo automático a otras circunstancias, sí es un ejemplo puntual de los rezagos y las posibilidades que enfrenta la comunidad de Houston en lo particular y el país en lo general. Y es hora de encararlo de manera justa y suficiente.

Cabe esperar que las negociaciones entre sindicato y contratistas lleguen a un pronto y buen fin, para beneficio mutuo y de la ciudad. Prolongar el conflicto no ayuda a nadie, y mantener la injusticia es inaceptable.

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