Ben Sosa y su fórmula de limpieza

El venezolano Benjamín Sosa  hace negocio dejando sanitarios relucientes.

El venezolano Benjamín Sosa hace negocio dejando sanitarios relucientes. Crédito: Cortesia:Benjamín Sosa

Brooklyn – A Benjamín “Ben” Sosa no le tiembla la voz cuando le preguntan en qué trabaja. El venezolano, de 31 años, ha construido su productiva empresa en el incómodo oficio de limpiar sanitarios públicos.

Un novedoso sistema de agua a presión y productos que eliminan bacterias y malos olores es lo que ofrece su firma Dino (contracción de Dirt No More o No más sucio); pero su experiencia de usuario y profesionalismo le han ganado una cartera de más de 60 restaurantes de Manhattan y Brooklyn. Su secreto: a quién le dice que no al principio, le ofrece una limpieza de prueba. El resto lo hacen los clientes de los locales, “porque ellos son los que notan la diferencia”.

– ¿Cuándo te mudaste a Nueva York?

– En 1998 mis padres, mi hermana y yo nos mudamos de Caracas a Williamsburg. Nunca entendía porque no nos fuimos a Florida, como la mayoría de los venezolanos, pero ahora lo agradezco.

– ¿Cómo fueron esos comienzos?

– En Caracas mis padres tenían su fábrica de camisas, pero al llegar todo cambió. Yo no pude terminar mi carrera de negocios y aquí tuve que ayudar a mi familia. Trabajé como gerente de transporte marítimo en el Brooklyn Navy Yard y como vendedor de una corporación de Long Island.

– ¿Cómo se le ocurrió la idea de su empresa?

– Mi esposa Ivette [maestra, de raíces boricua-hondureñas que labora en PS 34] y yo trabajábamos en horarios muy diferentes y así era muy difícil cocinar en casa. Por eso comíamos mucho afuera. En los restaurantes a los que íbamos los baños siempre olían raro o no tenían papel. Así me di cuenta de que allí había una oportunidad de negocio.

– ¿Qué pensó su familia?

– Casi nadie creía que iba a funcionar. Yo sabía que sería difícil, pero era una buena idea. Antes hacía $65,000 al año como máximo. Hoy recibo mucho más, porque también compro propiedades y las arreglo para revenderlas.

– ¿Es duro convencer a la gente?

– Aún no cobro la primera vez y así los enamoro.

– ¿Quiénes son sus clientes?

– La mayoría son restaurantes pequeños, pero también tengo algunos famosos de esos donde los paparazzi siempre están como Park Avenue Tavern, Da Silvano y Chelsea Manor, en Manhattan.

– ¿Cómo ha cambiado su vida?

– En estos tiempos difíciles debo dedicarle mucho tiempo. Trabajo más de 12 horas al día, especialmente para conseguir clientes. Mi horario es flexible y tengo dos ayudantes.

– ¿Ahora ya no come tanto afuera?

– No, pero tengo más tiempo libre para estar con mi familia, jugar futbol con Kimberly –la mayor de 11 años–, y para leer y hacer tareas con Kristen, la menor que tiene seis años.

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