Niños inteligentes sufren por ser superdotados

Los niños con un alto coeficiente intelectual pueden sufrir desde aburrimiento en clase hasta bullying a causa de su talento.

Los niños inteligentes pueden sufrir bullying y malos diagnósticos.

Los niños inteligentes pueden sufrir bullying y malos diagnósticos. Crédito: Agencia Reforma

Niños como Ángel Javier o Emiliano tuvieron que pasar por terapias con varios especialistas, diagnósticos de Trastorno por Déficit de Atención con Hiperactividad o daño neurológico y hasta medicación con tranquilizantes antes de que les detectaran superdotación intelectual.

“Me llevaron con un neuropediatra. Me medicó y según con eso ya podía estar más atento en las clases. Pero después me daba como el bajón y me sentía muy cansado, y al salir de la escuela me quería dormir, no quería hacer nada”, relató Ángel Javier, de 14 años y quien cursa secundaria.

Ahora él y su familia saben que tiene un coeficiente intelectual mayor a 130 con base en una batería de pruebas psicométricas.

La conducta de los niños sobredotados puede parecerse a la de padecimientos como trastorno por déficit de atención con hiperactividad, retraso mental, autismo y otros, por lo que suele haber diagnósticos erróneos que pueden dañarlos, coincidieron Manuela Meztli y Martha Romey, expertas de la UNAM.

La mamá de Ángel Javier narró cómo padecieron el ir y venir con especialistas y diagnósticos imprecisos.

“El neuropediatra le mandó medicamentos. Era muy diferente cuando tenía los medicamentos porque estaba como dormido, aletargado. Pero él después me decía que le dolía la cabeza. En la escuela me decían todo maravilloso, porque se quedó calladito, quietecito”, recordó.

Lo mismo vivió la madre de Emiliano, de 10 años, quien cursa la primaria.

“Estuvimos por recomendaciones de la escuela siempre en terapia en el caso de mi hijo, y nunca calificó al cien por ciento para algún diagnóstico, pasábamos de una psicóloga a otra porque era ‘ya lo tratamos, no embona, no cumple los requisitos para un TDA o para otra enfermedad, vaya con un neurólogo'”, dijo la mamá de Emiliano, también con más de 130 de CI.

Martha Romey, catedrática de la Facultad de Psicología de la UNAM y especialista en psicología educativa, consideró que muchas veces el “diagnóstico” comienza desde el aula, cuando los maestros comienzan a etiquetar al niño porque la clase les resulta tediosa o buscan otras actividades.

“Si el niño le hace una pregunta a la maestra y ésta no tiene la preparación para contestar, empieza a ver mal a ese niño, y estos problemas sociales ya se van proyectando hacia el interior del niño, él empieza a sentirse rechazado o visto como raro”, dijo.

Otros problemas que han enfrentado Ángel Javier y Emiliano son el bullying en sus escuelas y dificultad para hacer amigos, pues se sienten rechazados por tener intereses diferentes a los del resto de sus compañeros.

“Yo me llevo mal con mis compañeros, desde la primaria me ha ido mal, las clases me aburren porque son cosas que ya sé. No tengo amigos allá”, relató Ángel.

“Me llevaban con una terapeuta. En la escuela me molestaban mucho, me hacían bullying, tenía compañeros que me decían apodos, no me dejaban jugar y me iba a la biblioteca, prefería leer que jugar con mis compañeros”, contó Emiliano.

Y es que la socialización es otra de las grandes dificultades que enfrentan estos niños, explicó Manuela Meztli, académica universitaria con más de 30 años de experiencia atendiendo a menores.

“El primer problema que se observa, y quizás es uno de los signos por los cuales es llevado con un psicólogo, es la socialización; les cuesta mucho trabajo socializar.

Si están en un nivel en donde el compañerito está apenas entendiendo la regla del juego, él ya está queriendo experimentar otra cosa diferente. Le cuesta mucho trabajo entender por qué otros no pueden hacer lo que él”, dijo la experta.

“Se le dificulta el ser tolerante con los demás, no tienen muchos amigos por eso. Puede sentirse rechazado, poco aceptado, se siente que no forma parte de ningún grupo, y con esa inteligencia tenemos personajes severamente dañados”, dice.

Para las mamás de estos niños el diagnóstico de superdotación cambió para bien sus vidas, pues sus hijos pasaron de ser vistos como enfermos a una condición alentadora, y los pequeños también dijeron sentirse mejor y motivados.

“Fue un shock cuando supimos, porque teníamos años oyendo que no puede, y cuando nos dijeron que era superdotado en verdad nos cambió la vida, porque no solamente sí podía, todo el tiempo estuvieron tratando de componer algo que no estaba descompuesto”, expresó la mamá de Emiliano.

“Cuando me dicen tú eres más inteligente que los demás eso me vuelve muy feliz, yo dije por fin algo que me hace feliz, eso me gustó mucho. Ahora ya no me medican y estoy libre de cualquier fármaco en mi cuerpo, y eso me hace ser mucho mejor”, dijo Ángel Javier.

No obstante, los especialistas señalaron que también es importante que un diagnóstico de este tipo sea hecho por un profesional certificado, no confiarse sólo de las pruebas psicométricas y tampoco presionar al menor para que destaque.

“Lo más importante es la observación del niño, ver cómo se desenvuelve en su entorno, poner atención a sus habilidades lingüísticas, de resolución de problemas, lecto-escritura, cálculos matemáticos, interés en temas científicos, irse a un nivel profundo y complejo en los conocimientos. Yo eso lo tomaría mucho más en cuenta que una norma o un puntaje en una prueba”, indicó Romay.

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