Ramiro Arvizu y Jaime Martín del Campo: La nostalgia cambio el rumbo de sus vidas
Un encuentro con los chefs y propietarios del Restaurante La Casita Mexicana
Ramiro Arvizu y Jaime Martín del Campo, chefs y propietarios del restaurante La Casita Mexicana, pensaron un día que sus estudios de turismo los prepararían para vivir y adaptarse al estilo de vida de cualquier parte del mundo, pero casi en lo que sería su primera salida fuera de México, el impacto fue fulminante. La nostalgia por su tierra era más grande de lo que ellos pensaban.
“Mi abuelo vendía frutas y verduras y mi casa siempre estaba impregnada con esos olores”, recuerda Arvizu de su infancia en el estado de Jalisco, México. “Cuando llegué a Los Ángeles extrañaba ese olor a guayabas, a mangos o al maíz cocinándose con cal en un fogón”.
“Y yo añoraba los ruidos de los vendedores que llegaban hasta la puerta de la casa a ofrecer sus productos frescos” dice por su lado Martín del Campo. “A don Nacho, por ejemplo, que era un señor que recorría el pueblo con dos grandes canastas en donde llevaba las frutas y verduras que vendía y que colgaba sobre el lomo de un caballo”.
“¡Masa, nopales, requesoooon!”, recuerda el chef que gritaban los vendedores. “Era algo mágico, una experiencia única, que ambos añorábamos de nuestro México”.
La nostalgia por las comidas caseras, simples, pero aromáticas y muy bien sazonadas, fue lo que hace casi 15 años los motivó a abrir el restaurante Cenaduría La Casita Mexicana, un sitio que hoy se ha convertido en un importante promotor de la auténtica cocina mexicana en el exterior.
Arvizu y Martín del Campo no son familiares, tampoco son pareja como muchas personas piensan. Jaime nació en Tototlán, Jalisco, en la Zona de los Altos, y Ramiro en Tecolotlán, al sur de Jalisco, en lo que se conoce como la entrada de la costa. Sin embargo, en el campo de la cocina sus vidas han crecido paralelamente y hoy podría decirse son dos almas gemelas con una misma misión.
Como el segundo de seis hermanos, Jaime Martín del Campo creció rodeado de la sazón y los conocimientos culinarios de sus abuelas; una con una manera de cocinar muy sofisticada y la otra con una forma sencilla, pero exquisita.
“Mis abuelos maternos tenían en casa sus propias vaquitas y hacían queso, requesón y mantequilla”, recuerda el chef Jaime. “Cada comida que salía de la cocina de mi abuela se preparaba con un ritual. Recuerdo verla moliendo todos los ingredientes del mole o las salsas en un metate y perdí la oportunidad de preguntarle cómo se hacían las cosas, aunque la mayoría de las veces me contestaba: ‘nada más cómetelas’. Ella era muy de la creencia que la cocina era dominio exclusivo de las mujeres”.
Jaime dejó su tierra natal a la edad de 15 años, cuando se fue a estudiar a Guadalajara. Estudió turismo y trabajo por un año en la Tesorería del Estado; luego vino a Los Ángeles a estudiar inglés. Antes del restaurante trabajaba en las oficinas administrativas de una aerolínea de Indonesia, y en los tiempos libres hacia banquetes para las fiestas o reuniones de sus familiares y amigos.
Por su parte, la conexión de Ramiro con la cocina fue algo parecida. Desde muy niño sus abuelos le enseñaron a comer bien y tiene muy grabado en su mente el sabor de los rábanos, jícamas y jitomates que iba a lavar al río con su abuelo.
“Por un lado mi abuelo con sus frutas y verduras, y por el otro mi abuela con una cenaduría, donde preparaba exquisitos manjares. Realmente toda mi vida siempre he estado conectado con la comida y sus olores”, señala el chef. “Yo le ayudaba a mi abuelita a limpiar las hojas de los tamales y recuerdo el rico aroma del mezquite sobre el comal o cuando preparaban el maíz para hacer la masa para las tortillas”.
Arvizu llegó a Los Ángeles a los 15 años. Se graduó como Técnico en Turismo y trabajó 5 años para Aeroméxico y 12 para una aerolínea de China antes de incursionar en el negocio de restaurantes.
Arvizu y Martín del Campo se conocieron en un convivio entre aerolíneas donde éste último preparó el banquete. De ese primer encuentro nació una amistad en la que poco a poco comenzaron a intercambiar recetas e invitaciones a comer.
“Hablábamos de lo mucho que extrañábamos la comida casera y de cuán diferente era la percepción de la cocina mexicana que encontrábamos aquí. Eran otros ingredientes, otros olores, otras presentaciones”, explica Martín del Campo.
Fue entonces, entre conversaciones y comidas, que nació la idea de inaugurar la cenaduría La Casita Mexicana, un restaurante que hoy en día es visitado por una amplia gama de comensales, entre celebridades y artistas que gustan de la auténtica cocina de México.
“La idea fue crear un concepto de comida tradicional, donde se ofrecieran quesos frescos, adobos hecho en casa, pipianes y moles que despertaran la curiosidad y el paladar de los amantes del buen comer”, explica Arvizu. “Era y sigue siendo comida casera, auténtica, como la que se come en muchos hogares de México”.
El día de hoy, La Casita Mexicana es uno de los restaurantes de cocina mexicana tradicional más representativos en Los Ángeles, que ha abierto una ventana a la variada y extensa gastronomía de México, considerada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO.
“No considero que nuestra cocina sea gourmet”, dice el chef Martín del Campo. “El concepto de cenaduría de los comienzos está intacto. A través de los años sí hemos evolucionado para presentar más diversidad de platillos porque la gastronomía mexicana es muy extensa, y quizás lo gourmet se vea un poco en una apariencia más sofisticada, pero las recetas siguen siendo muy tradicionales, con nuestro toque personal y la frescura y calidad de los ingredientes, así como la ración de los platillos. Nos gusta que los clientes se vayan satisfechos”, añade el chef.
Los chefs Jaime y Ramiro, además del restaurante, abrieron hace algunos años La Tiendita Mexicana, donde venden artesanías mexicanas, ollas de barro, finos rebozos de seda y una gran variedad de dulces y delicias de México. Ahí es donde distribuyen su famoso café de olla, su mole y últimamente, su propia línea de condimentos y sales para cocinar con la amplia gama de chiles de su país.
Además del restaurante y la tienda, los también empresarios, tienen un exitoso servicio de banquetes que atiende bodas, quinceañeras y reuniones especiales. Entre sus clientes se destacan políticos y personalidades del mundo artístico como Angélica María, Silvia Pinal, Angélica Vale, José Feliciano, Don Francisco y la productora Carla Estrada, entre muchos otros.
Unidos en la lucha por rescatar, preservar y promover la gastronomía y las riquezas de México, Jaime Martín del Campo y Ramiro Arvizu también están pendientes de las necesidades de su comunidad y colaboran en diferentes obras benéficas, entre ellas, la organización Latinos Unidos Contra el Sida (LUCES). También participan en demostraciones de cocina saludable en diferentes comunidades y durante el verano, dan clases de cocina gratuitas para niños de bajos recursos.
Una de las principales colaboraciones a la comunidad ha sido la creación de la fundación Taste of México, que intenta reunir a los chefs y dueños de restaurantes mexicanos para una mejor representación en Estados Unidos y apoyarse como empresarios.
Los chefs han participado en numerosos congresos e investigaciones de campo para conocer más de la cocina de su país, como el II Encuentro de Cocineras Tradicionales de Michoacán, en 2005; y el Foro Universal de las Culturas 2007, en Monterrey, México, entre muchos otros.
En 2005 fueron chefs invitados en la Expo Comida Latina, donde hablaron de los auténticos sabores de la cocina mexicana. También participaron en el Primer Festival del Tamal organizado en Los Ángeles y fueron portavoces de la Asociación de Productores y Empacadores Exportadores de Aguacate de Michoacán (APEAM), en una campaña publicitaria en Los Ángeles.
Durante 2007 y 2008, La Casita Mexicana fue galardonada como el Mejor Negocio del Año, compitiendo con 2.7 millones de pequeños negocios en todo el Estado. Además, tuvieron un encuentro cara a cara con el famoso chef Bobby Flay, de la cadena de televisión Food Network, donde compitieron y ganaron en la elaboración de un chile relleno.
En 2008, fueron nominados al prestigioso premio “James Beard Foundation Awards”, considerado el equivalente a un Oscar en la industria de la gastronomía, y participaron como chefs en la gala del evento celebrado en Nueva York.
El trabajo de los chef Jaime y Ramiro ha sido presentado en numerosos programas de televisión en inglés y español, como Despierta América, The Today Show, Naked Chef con Jamie Oliver, entre muchos otros. También han recibido la crítica de numerosos expertos de gastronomía en revistas y periódicos locales e internacionales.
Sus aportaciones a la televisión incluyen segmentos como “Los secretos de boca en boca”, Despierta América; “Los secretos del chef”, Primera Edición, en Los Ángeles. Recientemente, comenzaron a colaborar en el programa de radio de Silvia Botello, todo los jueves en 103.9 98.3 Univisión Radio, con un segmento titulado “Los secretos del chef sin pelos en la sopa”.
En casi 15 años de trabajar juntos, los chefs Jaime y Ramiro afirman formar un equipo donde prevalece la comunicación, el respeto mutuo y la admiración del uno hacia el otro.
Ambos crean y adaptan las recetas, pero Arvizu es el especialista de los postres.
Además de sus abuelas, mamás y tías, los chefs mexicanos Sylvia Kurczyn y Ricardo Muñoz Zurita, han sido los principales maestros y mentores en su formación académica.
En La Casita Mexicana la especialidad son los moles y pipianes, pero uno de los platillos que ha ganado más reconocimiento son los Chiles en Nogada. El restaurante ahora sirve vinos de Baja California y cervezas mexicanas.