Donny y Marie Osmond llegan al Pantages listos para Navidad
Donny Osmond habla de 'Christmas in Los Ángeles', show que presenta junto a su hermana Marie, en el Pantages de la ciudad.
Son más de cinco décadas. Nada más y nada menos.
Aunque tiene 54 años, Donny Osmond forma parte del mundo del espectáculo (y de los recuerdos musicales y televisivos de varias generaciones) desde que a muy temprana edad formara parte con sus hermanos de la banda The Osmonds, a mediados de los años 60.
A lo largo de una carrera más que fructífera se ha rodeado de su hermana Marie en programas televisivos (The Donny & Marie Show, durante la segunda mitad de los años 70) y shows escénicos(como Donny & Marie, que sigue triunfando en Las Vegas); ha actuado en Broadway (Beauty and the Beast) y ha recorrido Norteamérica con una gira del musical Joseph and the Amazing Technicolor Dreamcoat; ha participado en programas concurso como Dancing with the Stars (que ganó) y no ha parado de lanzar álbumes, a pesar de los vaivenes de la industria discográfica (60 discos en 50 años de carrera; el próximo saldrá el año que viene).
¿Es Donny Osmond —y, por extensión, su hermana Marie— invencible e inmortal en el mundo del espectáculo?
La respuesta, si se deja en manos de su infinidad de seguidores, probablemente sea un rotundo sí, y estos, sin lugar a dudas, no dudarán en asistir al espectáculo navideño que los dos presentarán a partir de la semana que viene en el corazón de Hollywood.
Donny and Marie: Christmas in Los Angeles —una versión local de Donny & Marie: A Broadway Christmas, que debutó hace dos años— trae la magia de la Navidad a la ciudad… con el apropiado toque mágico de los Osmond.
En charla con ¡holaLA!, Donny Osmond —un mormón deboto, como el resto de su familia, casado desde 1978 con Debra Glenn, madre de sus
cinco hijos— reveló detalles del espectáculo y, por supuesto, repasó una trayectoria profesional única en la industria del entretenimiento.
Navidad en LA no es lo mismo que en Nueva York. ¿Cómo se adapta el show a un escenario local?
Estaba pensando precisamente en eso estos días cuando preparaba el listado de canciones. Un par de años estábamos en Broadway y luego fuimos a Chicago, donde sí se adorna todo. Así que [tomamos] el show en Las Vegas e incorporamos elementos navideños, porque si trajéramos a Los Ángeles un show solo con temas navideños, no funcionaría. Lo que Marie y yo hemos hecho, y lo llevamos haciendo durante 50 años, es un show de variedades con música de Navidad. Hay todo tipo de bailes, canciones, hay momentos espectaculares —uno de ellos sacado de Las Vegas, que me costó 60,000 dólares—… Sí hay momentos y recuerdos navideños, pero también es un show de variedades.
¿Cuál es el balance correcto en un show de variedades, entre la música, los diálogos, el baile…?
El ritmo es tan importante, porque sí, uno puede poner demasiada comedia por un lado o demasiadas canciones. Hoy en día cuando se usa el término [show de] variedades, el significado es muy distinto de cuando Marie y yo hicimos nuestro show en los años 70. No hay tanta comedia, es una producción, con música y números, pero sin excesos. Todo tiene que fluir [con naturalidad] y eso es variedades. Hoy en día, en televisión, un programa de variedades es The Voice, Dancing with the Stars, American Idol… todo eso es “variedades”, y el problema es que [ha creado] lo que yo he bautizado como el “intérprete de los 60 segundos”. Y todo el mundo se está acostumbrando a eso. A mí me gustaría ver a todos estos “intérpretes” poner un show de variedades de dos horas. La ventaja que Marie y yo tenemos, no es solo que montamos un buen show, sino que tenemos un historial de 50 años.
Existe aún un ingrediente de ‘inocencia’ en sus shows con Marie que es inusual hoy en día.
Sí, eso es cierto. Pero también hay un elemento clave en la producción del show. Muchas veces hay productores que piensan que cuanto más dinero cueste un show, mejor será. Hay un momento crítico en el que no importa el dinero, porque el público quiere alma. En ocasiones, yo canto a solas con un foco iluminándome. Eso es todo. Y luego pasamos a un gran número. Se trata de cambiaer de emociones. tenemos un cartel en Las Vegas que dice: “somos creadores de sueños”. Y eso es cierto, porque la gente viene a nuestro show para evadirse de sus problemas. Cuando en 1992 hice Joseph and the Amazing Technicolor Dreamcoat, el director, el fallecido Steven Pimlott, me dijo algo que cambió mi vida: “El teatro es donde la gente viene a soñar en público, y tú estás a cargo del sueño”. Desde esta perspectiva, crear un show es mucho más que tirar dinero. Hay que ser creativo y pensar mucho.
Lleva tantos años que me pregunto si sigue aprendiendo en este negocio..
Sin duda. Todo el tiempo. Por eso adoro este negocio y me siento tan afortunado de formar parte de él. Es un negocio que siempre cambia, pero siempre se mantiene. Lo que se mantiene es el entretnimiento. Lo que cambia es la tecnología. Ahora la gente espera que los deslumbren, pero al final, también desean simplicidad, y eso es lo que nosotros les damos con nuestro show.
¿Cuál es el momento del espectáculo que la audiencia recordará para siempre?
Eso depende de la edad. Hace un año hice un show y la mayoría fue improvisado: la audiencia elegía las canciones. Me pedían una canción y yo la cantaba. Un día, una niña de ocho años me pidió una canción de [la película] Mulan y después, uns señora de 99 años me pidió otra. ¡En tres minutos pasé de ocho a 99 años! [risas].
Son 60 álbumes en casi 50 años de carrera. ¿Cree que la gente es consciente de la creatividad que eso requiere?
Es un trabajo duro. Tengo la habilidad, gracias a Dios, de separar mi trabajo de mi familia. Vivo en Utah y trabajo en Vegas, así puedo dejar mi trabajo en la oficina.
Es raro hoy en día ser consciente de la barrera entre la vida personal y la profesional…
A veces uno pierde el rumbo… Este negocio es excitante. Siempre hay un objetivo, una aspiración… Cuando tenía 20 años, uno de mis asesores me dijo que ya estaba acabado, que sería mejor encontrar otro trabajo. Me negué a darle la razón. Trabajé duro para reinventarme. Pero sí, hay una barrera que no puedo cruzar. Un día, la cortina se va a cerrar, pero nunca dejaré de ser padre y esposo.
Los medios de comunicación han cambiado desde que empezó. ¿Cree que se ha perdido algo el respeto por las estrellas?
Eso depende de la estrella y lo que hace con los medios. Yo no permito cámaras en mi vida personal. Hay esa barrera de la que hablaba antes que no dejo que nadie cruce. Una parte de mi vida que no le pertenece al público y nunca permitiré que le pertenezca.
Cuándo: del cuatro al 23 de diciembre,
de martes a viernes a las 8:00 p.m., sábados a las 2:00 p.m.
y 8:00 p.m., y domingos a la 1:00 p.m
Dónde: Pantages Theatre, 6233 Hollywood Boulevard, LA
Cómo: boletos entre $31.75 a 164.70 en www.ticketmaster.com.
Más información: www.broadwayla.org