No al proyecto Keystone XL
El oleducto canadiense se perfila como un posible conflicto entre ecologistas y la administración
Energía
El domingo pasado, en vísperas del feriado por el Día de los Presidentes, se llevó a cabo en Washington D.C. “la manifestación más numerosa en contra del cambio climático jamás llevada a cabo en el país” denominada Forward on Climate.
Y por primera vez en sus 120 años de historia el grupo Sierra Club, una de las organizaciones ambientalistas más poderosas del mundo, participó en un acto de desobediencia civil sumándose a otras muchas organizaciones —entre ellos, Indigenous Environmental Network y 350.org— con un objetivo común: exhortar al presidente Obama a rechazar el proyecto de construcción de una tubería que traería crudo del oeste de Canadá a las refinerías del golfo de México
Keystone, de propiedad de TransCanada Corporation, es una fase de expansión del oleoducto ya existente del proyecto inicial que comenzó el 2008.
Se trata de la fase 3 y 4, o Keystone XL, que consiste en un tendido de tuberias de 36 pulgadas de diametro por 1,897 kilometros de largo, y que aguarda el permiso del gobierno de Obama.
La expansión de la fase 4 es la causante de la gran polémica.
Pasa por los estados de Montana, South Dakota y Nebraska y en este último tiene planeado cruzar por un área ecológicamente vulnerable que se llama Sandhill y por el acuífero de Ogallala que abastece de agua potable a seis estados del país. Fue justamente su paso por Sandhill y Ogallala el principal motivo de las protestas.
El oleoducto Keystone XL es particularmente polémico debido a que permitirá la explotación de las arenas bituminosas de Canadá, que son consideradas la fuente de petróleo más sucia del planeta.
“Las arenas de alquitrán emiten tres veces más gases de efecto invernadero que un barril de crudo canadiense normal debido a que, por supuesto, es sólido. Entonces, es preciso utilizar mucha energía para extraerlo, licuarlo y ponerlo en el oleoducto”, explica la periodista y escritora Naomi Klein.
Los Republicanos son grandes defensores de este proyecto, y rechazan la postura de los ecologistas al afirmar que el proyecto crearía miles de empleos y ayudaría a que el país necesite menos el crudo de otras regiones, como Medio Oriente y Sudamérica.
Definitivamente, el oleoducto se perfila como un tema político importante.
La amplia coalición internacional en contra del oleoducto comenzó a formarse desde que el Presidente Barack Obama asumió la presidencia. Las protestas que tuvieron lugar durante dos semanas frente a la Casa Blanca en el verano de 2011 culminaron con el arresto de 1,252 personas. En noviembre de ese mismo año, otros miles de manifestantes se congregaron para rodear la Casa Blanca y exigir que se rechazara el pedido de autorización para la construcción del oleoducto Keystone XL. Días más tarde, el proyecto fue suspendido por el presidente Obama para investigar el daño a la naturaleza que podría provocar
Sin embargo, en enero de este año, el tema volvió a estar en debate, después de la renuncia inesperada, a fines de diciembre de 2012, de la directora de la Agencia de Protección Ambiental, Lisa Jackson, lo que significaría un cambio de postura de la Casa Blanca, ya que según trascendió en The New York Times, “ella no quería ser directora de la EPA cuando Obama apoye la construcción del oleoducto”.
¿Cómo puede ser esto posible?
Keystone XL depende principalmente del Departamento de Estado.
“Esto es clave (dice Naomi Klein), porque se trata de una empresa y de un proyecto canadiense. No tiene que pasar por el Congreso. La aprobación la tiene que dar el Departamento de Estado. El Departamento de Estado es quien tiene que emitir un certificado de interés nacional”.
Fueron muy vivos los de la empresa, señala Klein, contrataron a Paul Elliott como cabildero que es amigo de todos en el Departamento de Estado.
El Washington Post informó que el cabildero de TransCanada en Washington D.C., Paul Elliott, había trabajado para la campaña presidencial de Hillary Clinton en 2008, trabajó en la campaña de reelección de Bill Clinton en 1996 y en la campaña de Hillary Clinton al Senado en el año 2000.
Eso explica que cuando la empresa comenzó el proceso para solicitar el permiso, la entonces Secretaria de Estado, Hillary Clinton, dijo que estaba a favor de aprobar el oleoducto, a pesar de que la revisión obligatoria que debía realizar el Departamento de Estado no había concluido.
Pero la polémica no termina ahí. El New York Times reveló que el Departamento de Estado eligió como grupo externo para realizar el estudio de impacto ambiental de Keystone XL a una empresa denominada Cardno Entrix. Resulta que Cardno Entrix menciona como uno de sus principales clientes nada más y nada menos que a TransCanada.
“La protesta del domingo en realidad pone de relieve que este tema se ha convertido no sólo en la lucha más importante desde el punto de vista ambiental en muchos años, sino quizá también en el tema en el que el gobierno de Obama ha sido más directamente confrontado por el ciudadano común a que mejore su política ambiental. En este caso se trata de gente con buena disposición, esperanzada porque el presidente sea el Barack Obama de 2008”, afirmó Bill McKibben, líder ecologista y uno de los principales organizadores de la protesta.