Desarme en México favorecido por la fe
Un programa de cambio de armas que se apoya en las creencias religiosas está dando resultados en México
MÉXICO, D.F.— La pequeña computadora luce nuevecita frente a los ojos de José Luis Sánchez que la mira con recelo. Está a punto de cambiar una relación de 71 años por curiosidad de un buen arreglo: una “tablet” por la escopeta que tiene en sus manos desde que ni siquiera podía soportar el peso.
Cierra sus ojos azules, titubea antes de extender la mano al oficial Hernández, el armero de la Secretaría de Seguridad Publica del Distrito Federal que se encuentra desde hace dos semanas en el atrio de la parroquia de San Miguel Arcángel, ubicada en un barrio de clase media de la capital mexicana.
“Me la regaló mi padre cuando tenía siete años, pero aquí está”.
Unos metros adelante, frente a un crucifijo de madera de unos dos metros de altura, Rosalía “R” mira de reojo su pistola calibre 22 que llevaba consigo desde años atrás cuando su hijo era bebé, estaba sola y tenía miedo, pero con el tiempo se volvió “una carga” ante el temor de un accidente con su muchacho adolescente.
Un soldado de acerca, se la lleva en una mano. A tres metros de distancia, prende un soplete sobre una mesa de herrería y brincan unas chispas: el indicador de que el arma es destruida.
Es el último paso de la campaña “Por tu familia, Desarme Voluntario” en la Ciudad de México que comenzó el pasado 24 de diciembre y por primera vez involucra a la Iglesia Católica.
La entrega de más de 3,500 armas –a un ritmo de 100 diarias- ha sorprendido a las autoridades que durante siete años buscaron la mejor vía de convencer a la ciudadanía para desarmarse ante la creciente violencia del país y su uso festivo.
El pasado 13 de noviembre, un niño de 10 años murió mientras veía una película en el cine por una bala perdida que, según la policía local, procedía de una fiesta patronal donde los asistentes acostumbraban lanzar tiros al aire.
“Al principio sólo dábamos despensas con alimentos, pero la idea de involucrar a la iglesia en el desarme ha sido todo un éxito, la ciudadanía tiene más confianza”, reconoce Rosa Icela Rodríguez, secretaria de Desarrollo Social en el DF.
“No les preguntamos nombre, ni antecedentes, ni nada para que no sientan que se les puede perseguir”, aclara Rodríguez.
La nueva estrategia echa mano también de dinero y los electrónicos: se paga una parte en efectivo (hasta 650 dólares), otra con computadoras, con despensas y electrónicos varios que dona cada una de las 16 delegaciones de la ciudad .
En los centros de acopio en las iglesias opera un equipo de policías locales, militares y trabajadores sociales. A la par, los sacerdotes de las respectivas parroquias enfocan sus sermones al desarme por la paz.
“Conozco al cura, soy vecina, y además está aquí gente del Ejército, ¿qué me puede pasar?”, dijo Rosalía R, la mujer que entregó su .22 y cuya procedencia se reserva.
La Ley Federal de Armas de Fuego y Explosivos -que data de 1972- sanciona con prisión de uno a siete años y de veinte a cien días multa (entre cinco y 60 dólares), cuando se trate de las armas para el uso exclusivo de las fuerzas armadas.
Es el caso de revólveres calibre .357 magnum y los superiores a .38 especial, así como pistolas calibre 9 mm. Parabellum, Luger y similares, las .38 Super y Comando, y las de grosores superiores.
Para defensa personal autoriza diámetros menores siempre y cuando el arma no salga del domicilio. El permiso para portación puede tardar hasta dos años y la decisión final queda a criterio de las Fuerzas Armadas.
Este trámite burocrático limita su registro y revela cifras conservadoras sobre el número de mexicanos armados. La Secretaría de la Defensa Nacional cuenta 2,300,000 personas; en Estados Unidos, el número asciende a 283 millones, según el centro Brady contra la Violencia de las Armas.
La información que ha recopilado el gobierno del DF entre las personas que asisten al desarme voluntario revela que una de cada tres ciudadanos conoce a otra gente que tiene en su poder un arma.
El equipo del programa Por Tu Familia, Desarme Voluntario está “sorprendido” por lo que la gente tiene en su poder: recientemente alguien llegó con 15 kilos de dinamita en 14 barras. Otro día, un menonita entregó 19 armas largas y cortas por las que recibió seis tablets, seis despensas de alimentos y alrededor de 900 dólares.
El abuelo José Luis Sánchez, quien entregó el arma de su padre, se llevó una tablet, 100 dólares y una despensa que desempaca con cuidado de la caja de cartón que le entregan a lado del atrio.
Chocolates en barra, arroz, pasta, frijoles, cereal, alubias y el azúcar quedan al fondo de una bolsa de “mandado”; la “tablet”, hasta arriba. “Ya no voy de cacería, pero a ver qué encuentro en este aparato”, comenta antes de abordar un taxi que lo llevará a su casa, ya pensará si entregara otras armas de su colección.