Abogado: Policía sólo tenía fantasías sexuales extremas

La defensa del llamado "policía caníbal" insiste en que el acusado sólo fantaseaba. Ayer testificó una maestra en el juicio

Una foto sin fecha facilitada por la familia, y que presentó la defensa de Gilberto Valle como evidencia, muestra al policía junto a su hija.

Una foto sin fecha facilitada por la familia, y que presentó la defensa de Gilberto Valle como evidencia, muestra al policía junto a su hija. Crédito: AP

MANHATTAN — Una nueva víctima potencial —la profesora Alisa Frisca— fue llamada auer al estrado para testificar en el caso del llamado “policía caníbal”.

En horas de la tarde, Frisca, maestra en la misma escuela pública en la que trabajó la esposa del acusado —el agente policial Gilberto Valle— confirmó no conocerle ni haberle tratado socialmente. Agregó que solamente habían coincidido en fiestas laborales donde su esposa estaba invitada.

“¿Alguna vez le dijo al oficial Valle que era correcto que tuviera conversaciones sobre usted con otros?”, le preguntó la fiscal. “Por supuesto que no”, respondió Frisca quien dijo no ser ya miembro de Facebook de donde Valle tomó las fotos para ofrecerlas en venta.

Asimismo, ayer finalizó el tercer día de testimonios del agente especial del FBI contra Valle, el policía acusado de conspirar para secuestrar, vender, torturar y comer mujeres, con la reserva de la defensa de que podrían llamarle de nuevo.

El agente Corey Walsh fue sometido a contra y recontrainterrogatorios por parte de la fiscalía y la defensa sobre las conversaciones electrónicas que Valle sostuvo con otros hombres sobre sus presuntos planes.

Robert Baum, uno de los abogados de Valle, siguió argumentando en sus preguntas la teoría de la defensa de que su cliente sólo fantaseaba al igual que los otros 21, de los 24 participantes en esas conversaciones, que el agente Walsh descartó.

Como parte de esas fantasías sexuales extremas, Baum destacó que Valle habló de su furgoneta en la que iba a llevar a las secuestradas, y que el agente confirmó que no tenía, así como que nadie vivía a su alrededor o cuando dijo “que Dios la ayude si encuentro donde vive”, refiriéndose a una mujer de la que conocía su domicilio.

A su turno. Hadassa Robyn Waxman, por la fiscalía, hizo que el agente leyera completas las conversaciones que Baum había utilizado parcialmente para su defensa.

En medio de estas idas y venidas, el juez Paul G. Gardephe admitió que la fiscalía interrogara al agente más allá de las charlas electrónicas al haberse salido la defensa de los límites establecidos y “atacado la credibilidad del agente”.

La defensa atacó los criterios del agente haciendo creer al jurado que su decisión sobre qué charlas eran fantasías y cuáles reales estaba basada en ellas solamente y no en el total de sus investigaciones.

“Sería injusto para el gobierno dar al jurado la impresión de que llegó a esas conclusiones sólo por las conversaciones electrónicas. Tenemos que mantener un cierto sentido de la realidad”, argumentó el juez.

Al cierre de esta edición, la serie de testimonios continuaba.

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