Sana sana, colita de rana
Con la ola de gripe y resfriados que nos está arropando en estos días, tiene suerte quien se escapa de contagiarse.
En lo personal, ya fui víctima dos veces en esta temporada. Aún cuando me sentía como si un camión me hubiera pasado por encima, tuve que continuar escribiendo mis columnas, ir a grabar mi programa de radio, seguir la promoción de mi nuevo libro y hasta tuve que viajar a California, Puerto Rico y Nevada.
¡Así somos las mujeres! Podemos estar “graves” pero continuamos cumpliendo con nuestras responsabilidades, y peor aún, lo hacemos solitas y sin pedir ayuda.
Por eso, a muchas se les dificulta comprender cómo es posible que la mayoría de los hombres con un simple catarro se desplomen y actúen como un bebé que no puede cuidarse solo.
Y es que los caballeros son más dramáticos que las mujeres cuando de enfermarse se trata. Por ejemplo, si tienen un dolor de cabeza le llaman migraña; si les da un resfriado lo catalogan como gripe y si sienten dolor de barriga aseguran: “me atacó un virus estomacal”.
Este drama frustra a muchas porque les toca convertirse en la mamá de su pareja.
Entonces, ¿cómo lidiar con un hombre enfermo? Debes entender que cuando él era pequeño, la cuidadora principal era su madre, ésta era quien lo mimaba, consentía y lo hacía sentir mejor cuando se enfermaba. Ahora que ella no vive con él, tú eres lo más cercano a esa figura maternal que tanto se necesita cuando uno se siente mal de salud.
No te frustres con tu pareja si exagera su estado, él lo hace inconscientemente para que le prestes más atención. Un error que cometen muchas es subestimar la enfermedad de su amorcito: “No es para tanto, ¡no exageres!”.
Esa actitud sólo provoca que un hombre demande más atenciones, ya que no entiendes “la gravedad” de su condición. Aunque sea un dolor de uña, escúchalo y dile: “Pobrecito, no puedo imaginar el profundo dolor por el cual estás pasando”. Esto lo tranquiliza y lo motiva a no quejarse tanto.
Si quieres acelerar el proceso de sanación de tu amorcito, mientras le pasas la mano con sutileza por la cabeza, susúrrale al oído las palabras que más anhela oir: “Mi amor, te voy a preparar una sopita de pollo”.
Ten paciencia con tu enfermito y nunca esperes que sea tan fuerte como tú. Esta comprobado que las mujeres estamos capacitadas, física y emocionalmente para aguantar más dolor que ellos. Así que relájate y consiéntelo que tu bebé pronto sanará .