Lupus, un peligro para las hispanas

Esta enfermedad crónica, capaz de causar complicaciones severas en todo el cuerpo, afecta especialmente a las mujeres latinas

Cuando tenía 30 años de edad, la vida cambió radicalmente para Claudia Morales. Primero empezó a sentir fuertes dolores en varias partes del cuerpo, luego aparecieron manchas misteriosas en la piel.

“Siempre estaba cansada, no tenía energía, mis defensas andaban por el suelo”, expresó Morales, de 39 años y madre de dos niñas. “No sabía lo que tenía, pues los síntomas eran muchos. Me dio neumonía y varias infecciones”.

Los constantes malestares, las reiteradas visitas al médico, hospitalizaciones y la abundancia de medicamentos tuvieron efectos devastadores sobre su estilo de vida. “Mi fuerza se fue acabando, ya no trabajaba, ya no salía, mi cuerpo ya no era el mismo”, añadió.

Poco tiempo después y tras una serie de análisis médicos, Morales fue diagnosticada con lupus, una enfermedad crónica inflamatoria que afecta a casi 1.5 millones de estadounidenses. Mientras que el lupus ataca a hombres y mujeres de todas las edades por igual, la escala cambia en gran medida hacia las mujeres, y más aún hacia la gente de color.

Estudios recientes han determinado que las personas de origen latino enfrentan mayor riesgo de desarrollar la enfermedad. La última encuesta de la Fundación del Lupus de Estados Unidos, reveló que tres de cada cuatro hispanos nunca habían oído hablar de la enfermedad o conocían poco o nada sobre sus efectos.

Debido a que causa que el sistema inmunológico actúe de manera errónea, el lupus provoca que el propio organismo ataque las células y los tejidos sanos, destruyendo cualquier órgano del cuerpo. Aproximadamente el 70% de los casos de lupus son sistémicos (que afectan al cuerpo entero). En cerca del 50% de estos casos, un órgano principal se verá afectado.

A menudo se confunde con otras enfermedades ya que sus síntomas son muy variados, lo que hace más difícil el poder diagnosticarlo acertadamente. Se manifiesta con fatiga, pérdida de cabello, dolor en las articulaciones, fiebre, erupciones cutáneas y problemas renales. Hasta el presente, no existe cura para este mal.

También es una enfermedad que cambia con el tiempo. Sus síntomas pasan por períodos de calma y tiempos de mayor actividad.

Los estudios médicos han encontrado que el lupus puede causar complicaciones severas a diversos órganos del cuerpo, como daño renal o insuficiencia cardiaca entre las mujeres hispanas y el aumento de la incidencia de problemas neurológicos como convulsiones, hemorragia, y accidentes cerebrovasculares, en las mujeres afroamericanas.

“No es una enfermedad frecuente, pero puede ser fatal”, advirtió Graciela S. Alarcón, profesora de medicina de la Universidad de Alabama en Birmingham, y una de las autoras del informe sobre Lupus en Minorías (LUMINA) sobre la disparidad en la incidencia del lupus entre los caucásicos y las personas de color. “Es importante identificarlo a tiempo para poder contrarrestar sus efectos lo mejor posible”, agregó Alarcón.

La experta señaló que al ser más prevalente entre las mujeres latinas, éstas deben estar más alerta de sus síntomas y notificar a sus médicos, “no es que el lupus les de con más frecuencia, sino que es más severo cuando afecta a personas hispanas”.

A la vez que dijo que factores genéticos colocan a los latinos en mayor riesgo de padecer el lupus, Alarcón explicó que las condiciones socioeconómicas de este grupo poblacional hacen que “el curso de la enfermedad sea más serio porque no tienen acceso a los servicios médicos”.

El lupus puede afectar a casi todas las partes del cuerpo. Es por esa razón que, aunque muchas personas inician el tratamiento de la enfermedad con su médico de atención primaria, con el tiempo deben incorporar a otros médicos especializados como un reumatólogo, oftalmólogo, dermatólogo, cardiólogo y urólogo entre otros. Las visitas regulares al consultorio también son parte importante del plan para controlar la condición.

Como no existe una cura para este mal, el tratamiento está dirigido a prevenir los brotes de los síntomas, minimizar los efectos cuando ocurren [los brotes] y prevenir que el lupus dañe, a la larga, los órganos del cuerpo.

Los medicamentos disponibles hoy en día pueden ser eficaces en el control de la enfermedad. Cerca del 90% de las personas que han sido diagnosticadas con lupus pueden sobrevivir por más de 10 años, aseguran los médicos.

Los medicamentos antiinflamatorios no esteroideos (AINE) se utilizan con frecuencia para disminuir la inflamación que el lupus puede causar en el cuerpo, bajar la fiebre y aliviar los dolores de los músculos y las articulaciones.

También son utilizados algunos medicamentos que suprimen el sistema inmunológico como esteroides, o narcóticos usados para tratar la malaria.

Para Morales, lo fundamental ha sido el cambio de estilo de vida. “Modifiqué mi alimentación, no tomo alcohol, no fumo, y evito el estrés”, concluyó.

Las señales del lupus varían de persona a persona. Los indicios más comunes son:

Dolor en las articulaciones, con o sin hinchazón

Dolores musculares o debilidad

Fiebre sin causa conocida

Cansancio

Erupción en forma de mariposa sobre la nariz y las mejillas

Otras erupciones en la piel

Pérdida o aumento de peso

Anemia

Problemas renales sin causa conocida

Dolor en el pecho al respirar profundamente

Sensibilidad al sol o a la luz

Caída del cabello

Las manifestaciones de la enfermedad tienden a aparecer y desaparecer. Las condiciones que pueden desencadenar un brote son:

El exceso de trabajo y no descansar lo suficiente

Estar en el sol o exponerse a luz fluorescente o halógena

Infecciones

Lesiones

Detener la toma de las medicinas

Ciertos medicamentos

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