Voluntarios ayudan a niños afectados por Sandy

Residentes latinos de Far Rockway se benefician de un programa para después de la escuela

Jessica Castillo y Luis Casco, dos de tres voluntarios que ayudan a los menores los lunes y miércoles.

Jessica Castillo y Luis Casco, dos de tres voluntarios que ayudan a los menores los lunes y miércoles. Crédito: Cortesía

NUEVA YORK — Lo que comenzó como un sueño de crear un programa para después de la escuela que brinde más que ayuda académica, se va convirtiendo poco a poco en una realidad para residentes latinos de Far Rockway.

El reverendo René Morales, de la iglesia Dios de la Profecía, donde viene funcionando el programa –desde mediados del mes de octubre pasado- opinó que por el momento todo está funcionando como lo había planeado, pese a que aún falta mucho camino por recorrer.

“Empezamos por un día a la semana, pero después del huracán Sandy lo extendimos a dos días y la idea es que funcione durante toda la semana”, dijo.

En el programa, Morales –que fundó la iglesia hace 14 años- no quiere que se limite a brindar solo ayuda con las tareas. “Queremos ser una buena influencia para los menores, ser sus mentores y así ayudarlos a salir adelante con bases sólidas”.

Josefina Mendoza, cuya hija de 11 años participa en el programa desde que se inició, afirmó que le ha ayudado mucho, no solo a la pequeña sino a ella. “Ha sido muy beneficioso para ella, porque le explican las tareas en inglés, cosa que yo no puedo hacer, porque no hablo mucho el idioma. Era algo que hacía falta en nuestra comunidad”.

El programa para después de la escuela, actualmente ofrece servicio a 15 niños, entre las edades de 5 a 13 años, que incluye transporte, comida, ayuda académica y actividades extracurriculares.

Jessica Castillo y Luis Casco, dos de tres voluntarios que ayudan a los menores los lunes y miércoles, coinciden en que su participación en el programa se debe a la mala experiencia que ellos mismos tuvieron cuando concurrieron a la escuela.

“Cuando estuve en la escuela, algunos maestros no tenían mucho interés por sus estudiantes, por eso me gusta ayudar a estos niños, haciendo obras manuales y que entiendan que ellos si nos interesan”, explicó la joven de 21 años.

Entre tanto Casco, de 23 años, describió su participación en el programa como una buena oportunidad para transmitirles a los niños la importancia de la preparación académica. “Creamos conciencia en los menores y también en sus padres, sobre la educación y otros temas que importan a la comunidad”.

Admitió que fue lo que ocurrió después del huracán Sandy -que produjo el cierre de las escuelas por más de un mes- lo que más ahínco le dio para ayudar a los menores. “Había que ayudar a los estudiantes que quedaron sin estudio y que cuando volvieron, todo lo que recibieron fue un paquete con lecciones para que las estudiaran por sí mismos”.

Seis voluntarios adicionales trabajan en el área de transporte y comida.

Para finales de año, el plan del reverendo Morales, es que el programa se pueda extender en los días de atención. “Vamos por algo más estructurado en donde se extienda nuestra atención a los jóvenes, para brindarles orientación, no solo en la escuela sino a todo nivel”.

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