María Elena Báez: Una madre guerrera

María Elena Báez (der.) junto a su hijo Visnu González y una doctora.

María Elena Báez (der.) junto a su hijo Visnu González y una doctora. Crédito: fotos: cortesia

Recibirá flores y cartas; probablemente la lleven a comer a algún lugar bonito. Técnicamente, hoy es su día, pero si hay una madre que no necesita una fecha oficial para ser honrada y halagada esa es María Elena Báez. Desde el 21 de abril de 2004, cuando su hijo, el Marine Visnu González en su segundo tour en Irak recibió dos impactos de bala, —uno de los cuales le perforaría la médula dejándolo paralizado de por vida— esta dominicana ha sacado fuerzas de donde ya no tiene para no rendirse; ha afilado sus uñas y dientes para defender a su hijo no ya de los peligros del combate si no de los de la vida cotidiana; de médicos sin paciencia o enfermeras malhumoradas, de miradas que incomodan o de preguntas fuera de lugar.

“Encuentro el día de la madre un poquito comercial”, confiesa. “Pero lo disfruto muchísimo también porque tengo a mi hijo aquí y eso no siempre fue una certeza”. María Elena se refiere a aquel día de la madre hace nueve años cuando estuvo sentada al lado de Visnu, postrado en una cama del Centro Médico Naval en Bethesda, Maryland. “Era la primera vez que lo veía desde que lo hirieron en Fallujah. Cuando llegué al hospital tenía los pies hinchados y sucios, como podridos. Se los limpié y le decía al oído, ‘hijo lucha por tu vida, sé fuerte’”.

María Elena y Visnu pasaron un par de meses allí y ese día de la madre quedará marcado a fuego en su memoria. “Eso era horroroso. Eran tantos los muchachos que llegaban que los médicos no daban abasto. Había madres teniendo que firmar papeles autorizando para desconectar a sus hijos de respiradores; otras dando su consentimiento para que los mutilaran. Algunas se iban de allí con despojos; no con sus hijos. Fue durísimo, pero con Visnu lo resistimos todo”.

Viven una parte del año en Nueva Jersey y otra en Santo Domingo donde ambos nacieron. Esta mujer de inagotable energía comparte pasajes del camino recorrido. “Puedo decir que no ha sido sencillo, pero no bajar los brazos fue la clave y ése es mi mensaje para otras madres de militares: aunque estén mareadas, confundidas, sigan, sigan adelante”.

La estadía en Bethesda fue el comienzo de lo que el propio Visnu llama ‘su travesía’; una verdadera odisea de dolor físico —Visnu tuvo que pasar por varias operaciones de columna; por dolorosos procedimientos como ser inyectado con potasio intravenoso— y por muchos vaivenes emocionales. Luego vinieron los años de Tampa —casi tres— donde Visnu y su madre estuvieron en el Hospital de Veteranos de esa ciudad. “Mi madre no se movía de mi lado”, cuenta Visnu. “Perseguía a médicos, a especialistas y en unos papelitos anotaba sus datos: nombre completo, teléfono y qué tratamiento me estaba haciendo a mí. Cuando caía la tarde mamá se iba. Yo pensaba que el hospital nos daba una habitación extra, pero no; un buen día me entero que mi madre había estado durmiendo durante varias noches en el carro en el parking lot. Ahí caí en la cuenta de lo afortunado que soy. Mi madre es una guerrera, otra Marine más”.

Cuando escucha hablar así a su hijo, en general más bien tímido y retraído, María Elena se hincha de orgullo y también se da crédito por haber logrado beneficios para futuras familias. “Decidí pelear por nuestro derecho a un lugar más digno y con la ayuda de la Fisher House Foundation logramos inaugurar un albergue allí en Tampa para los familiares de los veteranos. Ya no hay que pasar más noches en automóviles”, dice riendo satisfecha.

Son incontables los resultados que esta madre con voluntad y perseverancia de hierro ha logrado. La casa donde viven en Hillsdale —inteligente, equipada con elevador, con un determinado ancho de puertas que permite a Visnu desplazarse cómodamente en su silla de ruedas y otras características que le hacen la vida más sencilla— la consiguió gracias a la organización Homes for Our Troops y como atestiguan las fotos, la construyó ella misma junto a muchísimos vecinos de la zona que se ofrecieron como voluntarios.

Siempre juntos y dispuestos a tender una mano a otros veteranos; esta dupla madre-hijo es conocida por todos, tanto aquí como en Dominicana donde Visnu tiene a su novia, Melissa. “Por suerte nos llevamos muy bien y ella ha entendido que la relación es con Visnu y también un poco conmigo”, dice María Elena en tono de broma, pero no tanto.

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