“Efecto Francisco” induce a fieles a contar pecados (fotos)

Desde la asunción del Papa argentino ha aumentado el número de fieles en Latinoamérica que sienten la necesidad de confesarse

El aumento en Latinoamérica de fieles que acuden a confesarse se ha registrado principalmente en Colombia y México.

El aumento en Latinoamérica de fieles que acuden a confesarse se ha registrado principalmente en Colombia y México. Crédito: AP

Ciudad del Vaticano – El número de fieles que acuden a confesarse ha aumentado desde que Jorge Mario Bergoglio llegó al papado y lo que ya se conoce como “efecto Francisco” se aprecia también en Latinoamérica, dijo este miércoles el secretario del Consejo Pontificio para la Nueva Evangelización, José Octavio Ruiz Arenas.

“En toda América Latina, ya desde la Semana Santa, se ha manifestado ese deseo (de confesar) y de participar en las prácticas eclesiales”, señaló el prelado colombiano durante la presentación de la Jornada de los Movimientos Eclesiales, que presidirá el papa Francisco el próximo sábado en el Vaticano.

Ruiz Arenas agregó que ese aumento de la presencia de fieles se lo confirmaron los obispos mexicanos y colombianos que asistieron el pasado fin de semana en el Vaticano a la proclamación como santas de las monjas Laura Montoya (colombiana) y Madre Lupita (mexicana).

En esa misma línea, el arzobispo Rino Fisichella, presidente del Consejo Pontificio para la Nueva Evangelización, quien presentó la Jornada de los Movimientos Eclesiales, indicó que “muchísimos párrocos” de Roma y del sur y del norte de Italia le han contado que muchas personas han ido a confesar, explicándoles que lo hacen porque las palabras de papa “les llegan al corazón”.

“La expresión ‘efecto Francisco’ no me gusta excesivamente, pero sí parece que es verdad que la presencia del papa Francisco ha llegado al corazón y a la mente de tantísimas personas”, subrayó Fisichella.

El prelado destacó que el pontífice es una persona muy cercana, cuyo mensaje “cala”.

Dos palomas le deben su libertad al papa Francisco.

Mientras el pontífice recorría la Plaza de San Pedro en su papamóvil abierto durante su audiencia pública de los miércoles, alguien entre la multitud le ofreció una jaula blanca con dos palomas en su interior. Desconcertados, sus guardias de seguridad tomaron la jaula y la entregaron al papa.

Sin dudar, Francisco abrió la puertecilla de la jaula, extrajo una paloma y la impulsó al aire. El pontífice se esforzó por liberar a la otra, cuyas plumas habían quedado trabadas entre los barrotes. Cuando salió, se posó durante un instante sobre su mano para salir volando poco después.

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