Al vertedero de la política
Inmigración
Ay, cielos, los republicanos sí que están en problemas. Phyllis Schlafly, influyente en la política republicana y presidenta del Eagle Forum, les dijo a radioescuchas que es un “gran mito” el que el Partido Republicano tiene que hacer esfuerzo por llegar a los electores hispanos, y ablandarse en cuanto a la reforma migratoria, ya que “los hispanos que han entrado de esta manera” de cualquier forma no votarán por el Partido Republicano; de lo contrario, los republicanos tendrían que esforzarse más por llegar a los electores blancos quienes no votaron en los últimos comicios, “y es que son millones”.
En cierto sentido lo que hace es parafrasear los sentimientos nacionalistas, raciales, de Patrick Buchanan. Si se le toma literalmente, dice ella que la única razón por la que apoyar la reforma migratoria es si atrae a nuevos electores al partido – no si lo que hace es extender la economía, asegurar la nación, y ayudar a salir del limbo a buenas personas.
He ahí el problema.
La señora Schlafly pronuncia el discurso del interés propio egoísta, y no el dialecto de un interés nacional en el que todo el mundo resulta por lo menos medianamente bien.
Esa manera de pensar lleva al desarrollo del subdesarrollo.
Precisamente en un momento decisivo similar, en el que se contemplaba fomentar o no un partido más grande, Richard Nixon y Ronald Reagan llegaron a comprender algo diferente. Los estrategas de Nixon fueron en busca de los hispanos de clase media y empresariales para darle una espina dorsal al nuevo Partido Republicano. Pero entonces fue que la Casa Blanca traicionó su propia estrategia de ser selectiva con los grupos de electores latinos cuando implementó enfoques de escala mayor y engañosos, y los ardides que salieron a flote durante las audiencias sobre el escándalo Watergate.
Durante su segunda campaña presidencial, Ronald Reagan, durante cuyo término se aprobó una ley de reforma migratoria, también buscó activamente conseguir una mayor porción del voto latino. Abrió la puerta al fomento de un gran electorado republicano. Se vieron los resultados de su esfuerzo en la elección de ambos George Bush. Los republicanos ya no eran de un partido hostil, sino de uno que tenía la puerta medio abierta al menos.
Mediante una influencia agresiva que ejerce sobre los republicanos, Schlafly repudia los enfoques de Nixon, Reagan y Bush, cerrando esa puerta, haciéndolo un partido de raza blanca e impeliendo los latinos hacia el Partido Demócrata como sólo parte de su razonamiento. El tema de la inmigración se convierte en una división en la manera de obrar, tendiendo el rechazo para los nuevos ciudadanos y otros grupos electorales nuevos.
Lo que esto significa, bien sabemos tú y yo, es que ha llegado a su fin el Partido Republicano, así como lo hemos conocido nosotros, el partido de Nixon, Reagan y los Bush.
Schlafly y otros como ella están, además, dando pie a reformas progresistas que no son del ámbito presidencial, así como el sistema primario en California, en el que los dos candidatos que obtienen la mayor proporción de votos salen a segunda vuelta, el cual sacará a muchos republicanos asociados con la exclusión y no la inclusión de personas a sus filas. Este resultado no es poca cosa en estos momentos, ya que locos, otros personajes influyentes al partido y algunos que ocupan cargos políticos han demostrado cómo la cola mueve al perro.
Pat Buchanan, por ejemplo, quien ayudó con el diseño de la estrategia de los estados del sur original de Nixon, la cual tenía el fin de polarizar por comunidades de diferentes raza la nación (en una era en la que se presumía que el mundo era blanco y negro), ahora está instando a los republicanos a volver a hacerlo de nuevo. El problema ahora es que la mayor parte de los EEUU ha madurado y no entra en la polarización por raza o etnia de esa manera, y Buchanan no es ningún Richard Nixon.
Pero ha salido el llamado por dejar de seleccionar entre la clase media hispana y dedicarse a pintar con broche racial a todos los latinos para dar a entender que no vale la pena atraerlos como grupo electoral. De lo contrario, los muy tontos quieren redefinir el Partido Republicano como un partido irrelevante, fuera de tono y parte de un país venido a menos y que está ahora en declive político. Lo que aparenta ser es que en declive están ellos. Entonces, así también se hunden en el vertedero de la política.