Expertos aseguran que sexting es compulsivo y no adictivo

Para el sexólogo Carlos Lugo, al exrepresentante Anthony Weiner esta práctica le produce "una sensación gratificante"

La compulsión de Anthony Weiner puede costarle su carrera por la Alcaldía de NY.

La compulsión de Anthony Weiner puede costarle su carrera por la Alcaldía de NY. Crédito: AP

Nueva York — Una línea delgada hace del sexting un placer o un infierno. Y nadie como Anthony Weiner lo sabe.

En el caso del político demócrata, con una compulsiva afición a los mensajes de texto eróticos, “es evidente que [este intercambio] le produce una sensación gratificante”, dice el sexólogo Carlos Lugo.

El candidato a la Alcaldía de Nueva York admitió el martes haber enviado nuevos mensajes sexuales a una desconocida en 2012, luego de que esta actividad le costara su puesto de congresista en 2011. Para muchos, este comportamiento reincidente no sólo amerita “tratamiento terapeútico” –como señala Lugo—, sino su salida inmediata de la carrera electoral.

“El sexting no es un problema, sino el uso que se haga de él”, dice el trabajador social clínico, Mauricio Cuervo-Bautista.

Ambos expertos consideran que la práctica reiterativa de sexting no es una adicción, pero de cualquier manera es una conducta compulsiva que pudiera necesitar ayuda profesional.

“Clínicamente, cualquier actividad que interfiere con nuestro normal desempeño de actividades demuestra que empieza a existir una disfunción”, advierte Cuervo-Bautista.

A su juicio, el sexting no es más que la evolución en las redes sociales de una “práctica que se hacía con anterioridad hablando por teléfono, con la diferencia que no se podían enviar fotos”.

La cuestión —añade Cuervo-Bautista— es si el accionar de Weiner es un problema de infidelidad que afecta exclusivamente a la pareja. En este caso, “esto debería ser algo que se resuelva entre ellos dos” y no bajo las luces del estrellato político.

Carlos Lugo acota que este comportamiento “no se puede clasificar de adicción porque no se trata de algo químico, pero es una compulsión porque es algo que se ve empujado a hacer una y otra vez”.

Ese impulso no es extraño en nuestra sociedad. En un sondeo conducido por el Centro de Investigación Pew en 2010, un 6% de adultos admitió haber enviado fotografías total o parcialmente desnudos, mientras que un 15% dijo haber recibido esta clase de mensajes.

Entre los encuestados, el grupo con más actividad de sexting fue el de los adultos de 18 a 29 años. De ellos, 31% admitió ser los emisarios y un porcentaje similar los receptores. Entre quienes tenían 30 a 49 años, un 5% envió esta clase de comunicaciones, al tiempo que un 17% las recibió.

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