Combaten crimen en Brooklyn con empresas juveniles
Con donaciones privadas, jóvenes participantes del programa Re-Connect logran desarrollar una cafetería y una panadería
Nueva York — Jóvenes que enfrentaron un pasado de violencia y crimen convergen en una lucha por recuperar sus vidas, al crear una cafetería y una panadería. Como parte de un proyecto, en los últimos años, Re-Connect es un faro de esperanza en el vecindario de Bedford Stuyvesant, Brooklyn.
Lo que antes era una oficina en mal estado, en el 139 de la Avenida Tompkins, ahora es una acogedora cafetería que beneficia a 15 jóvenes latinos y negros de entre 16 y 24 años. Hace tres años, el sitio sirvió como centro de reunión para la entonces recién integrada organización dirigida por el padre Jim O’Shea.
“Veranos violentos y el estigma sobre los chicos en las calles nos llevaron a crear Re-Connect. La organización busca una reconexión social para los jóvenes que encaran un vida difícil”, indicó O’Shea.
Luego de dos años de trabajo comunitario y con donaciones privadas, Re-Connect logró concretar dos pequeñas empresas. La cafetería, con el mismo nombre de la organización, ofrece empleo a chicos que abandonaron las actividades ilegales en el vecindario. La panadería, una extensión de la primera, provee entrenamiento en repostería.
“Para muchos es su primer empleo. La experiencia laboral es una valiosa herencia que les permitirá asegurarse una mejor vida”, enfatizó O’Shea.
Los jóvenes ganan $150 por semana, ingresos que les ayudan a mantenerse en la escuela. Luís Álvarez, de 20 años, es uno de los muchachos que rencontró su camino luego de una vida en las calles.
“Afuera nadie me daba alternativas. Estaba necesitado de una guía, no sabía cómo conseguir una segunda oportunidad para hacer algo con mi vida, para demostrar que soy bueno”, apuntó. “Ahora tengo sueños y la ayuda para llevarlos a la realidad”.
Efraín Hernández, director asociado y uno de los primeros integrantes de Re-Connect, destacó como el implacable escenario de violencia en Bedford Stuyvesant empieza a tener un rostro más humano.
“Los chicos que antes merodeaban en las calles, disputándose el territorio de droga, ahora están en las empresas, creándose un futuro para ellos y sus familias”, recalcó.
Ana Cruz, una residente del barrio por 57 años y voluntaria de Re-Connect, expresó su alegría por el exitoso programa.
“En el pasado la comunidad no estaba ofreciendo una mano a estos chicos, olvidamos que eran los hijos de alguien. Es nuestra responsabilidad mantenerlos fuera de la violencia y el crimen”, indicó.