La política neoyorquina necesita de latinos
Podemos empezar por demostrar lo complejaque es la política de nuestra ciudad al decir que cuando se juramente el próximo alcalde si éste sale electo demócrata, se hará 20 años desde la última vez que fue elegido uno de ese partido.
Somos una ciudad joven, donde aproximadamente 13% de la población tiene 65 años o más, pero casi el triple (aproximadamente 33%) son niños y jóvenes. Sin embargo, los centros de cuidado para niños, los programas de jóvenes para después de la escuela, la ayuda para la educación superior y para trabajos de verano en conjunto, no parecen recibir la atención que reciben los centros para los envejecientes, cuyo voto es fuertemente cortejado.
Por otro lado, la resolución al problema de las leyes de inmigración del país se la dejamos a los estados de la frontera. Pero la Ciudad de Nueva York sigue siendo por excelencia de los inmigrantes. Casi la mitad de los neoyorquinos hablamos otro idioma en el hogar y en la ciudad se hablan más de 200 lenguajes. Entonces, ¿por qué las leyes de inmigración no son un asunto que se resuelva aquí? Por lo tanto no es para que todos los aspirantes a la alcaldía le dediquen sólo unos minutos obligatorios al asunto en todos sus debates.
Otro tema de importancia que muestra la complejidad de la política en Nueva York es el género. Hay, aproximadamente, 400,000 más mujeres que hombres, y participamos en el voto más que los hombres. Pero en esta gran urbe todavía discutimos asuntos de género y política como si las mujeres fuésemos minorías.
Y ya que mencionamos a las minorías, unas de las más serias contradicciones en la política de la Ciudad es precisamente referente a su gran mayoría de una minoría en particular, nosotros los latinos.
De acuerdo a las cifras más recientes del censo, somos más de 2.37 millones en NYC. Es más, dicen que si se hiciera una ciudad separada con la población latina, Nueva York sería la cuarta en población en el país.
Actualmente, en la política neoyorquina, los números indican que nadie puede ganar una elección sin el voto latino. Pero, qué pena que la maquinaria política de Nueva York declaren que un latino o una latina a nivel de la ciudad no sea contundente para la alcaldía.
¿Será un problema de matemáticas o de incompetencia en negociaciones?
(Raysa Castillo es abogada)