En Guatemala nadie se despeina

El presidente de Guatemala, Otto Pérez Molina.

El presidente de Guatemala, Otto Pérez Molina. Crédito: Archivo / EFE

Dicen que los guatemaltecos debemos tener horchata (bebida hecha a base de arroz) en las venas, en lugar de sangre, porque no reaccionamos con nada. Acostumbrados al escándalo político, ya poco—o nada—nos asusta. El pasado 20 de agosto, José Rubén Zamora, presidente del diario El Periódico de Guatemala, publicó (sin pena ni gloria) datos espeluznantes:

(1) Que el presidente Otto Pérez Molina le ofreció [a Zamora] Q70 millones (unos US $9 millones) en contratos de publicidad e impresión de textos para el Ministerio de Educación, a cambio de dejar de atacar a la vicepresidenta Roxana Baldetti.

(2) Que este matutino tiene suspendidos Q12 millones (cerca de US $1.5 millones) en pauta publicitaria de empresas “que han recibido llamadas muy ‘disuasivas’ de la Vicepresidenta, reforzadas horas más tarde por el propio Presidente”.

(3) Que altos funcionarios del oficial Partido Patriota y capos del narcotráfico lavan dinero al Cártel de Sinaloa, entre otros.

(4) Que el capitán Byron Lima Oliva, condenado por complicidad en el asesinato del obispo Juan Gerardi en abril de 1998 (un caso amparado sólo en evidencia testimonial), es “el verdadero rey de las cárceles” y “un gran narco capaz de extorsionar al mismísimo Presidente….[como cuando] fue sorprendido en la calle [este año] gozando de protección oficial y de los narcos”.

Ya en 2012, el Departamento del Tesoro de EE.UU. y su Oficina de Control de Bienes en el Extranjero (OFAC) había designado a la guatemalteca Marllory Dadiana Chacón Rossell como la principal lavadora de dinero para el Cartel de Sinaloa en Centroamérica.

Luego, la oposición política denunció que Chacón tenía una cercana amistad con Baldetti, una razón por la cual quizá una investigación del Ministerio Público nunca prosperó.

En abril de 2013, El Periódico reiteró el dato y subrayó cómo el salario de Baldetti como diputada en años anteriores, y el recibido desde que era vice mandataria, era insuficiente para cubrir el costo de las propiedades y otros bienes que la funcionaria posee—y que ella justifica con fondos personales; además, niega su amistad con Chacón.

Pero la denuncia de El Periódico no terminó ahí. Incluyó fotos de un hijo de Baldetti publicadas en la Internet, via Instagram, de sus viajes en jet privado a Miami a presenciar un concierto de Madonna y a Nueva York, excursiones a Tailandia, Camboya y Río de Janeiro, y la compra de lujosa ropa de marca. Baldetti negó todo y dijo que la cuenta de Instagram de su hijo fue manipulada.

Luego, en marzo de 2013, El Periódico publicó que en una maquila que operaba Lima Oliva en la cárcel se fabricó ropa promocional del futuro oficial Partido Patriota durante la campaña presidencial de 2011. Luego, cuando el capitán fue detenido este año por una salida no autorizada del penal, denunció que había militares “vende patrias” y “vende amigos”. Dejaba a la interpretación libre si se refería a los militares que dirigían el Sistema Penitenciario o la misma Presidencia.

Sofía Menchú, la periodista que escribió la nota acerca de Lima Oliva, fue amenazada por un funcionario que va a juicio en octubre. Mientras tanto, Zamora denunció dos intentos de allanamientos ilegales a su vivienda, que forman parte de las 40 denuncias de amenazas o ataques contra periodistas en Guatemala, además de la muerte violenta de otros cuatro.

Pero una lee esto y no lo cree. No hubo reacciones iracundas—ningún despeinado. Y entonces comienza a creer que los guatemaltecos sí tenemos sangre de horchata, o que (en un país con alta corrupción) todo esto sólo es otra raya más para el tigre.

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