Los viejos Yanquis de ‘Big George’

Derek Jeter y los Yanquis están al borde de quedar fuera de la pelota de octubre.

Derek Jeter y los Yanquis están al borde de quedar fuera de la pelota de octubre. Crédito: AP / Archivo

LOS VIEJOS YANQUIS DE ‘BIG GEORGE’

La batalla frontal de los equipos de la Liga Americana por dos boletos comodín a la postemporada mantiene con brío y vida a las dos semanas que le quedan al calendario del béisbol.

Y ya que Boston en el Este, Detroit en el Centro y Oakland en el Oeste parecen seguros ganadores de los pendones divisionales entonces lo que queda para Rays, Orioles, Yanquis, Indios y Rangers son las dos “Wild card” que bien pueden salvar la temporada de millonarios con estados (nerviosos y financieros) alterados.

De todos, para pena de algunos, los Yanquis (79-51) tienen la opción menor, básicamente porque ya no dependen de jugar bien y ganar. Ahora, con doce juegos a la vista, hay que jugar bien, cosa complicada para la tropa de Joe Girardi, y mirar a cuatro ojos, para otros estadios, para saber si alguno ganó o perdió y ahora cómo viene la mano.

Así sufren estos Yanquis. Los de Mariano y Jeter, en la corrida del recuerdo. Los de Álex Rodríguez, un pelotero que en cualquier momento puede llegar a ser un expelotero.

Los “Bombarderos” de C.C. Sabathia y Hiroki Kuroda solos contra el mundo. Los de Teixeira y Granderson con visa de ida y vuelta a la lista de enfermos tres veces por año.

Y sí, adivinó los Yanquis de Hal y Hank Steinbrenner, los herederos de un imperio llamado Yanquis, que nunca han sabido a sus 40 y tantos años y 50 y tantos años, lo que van a ser cuando sean grandes.

Los Yanquis, del legado maltrecho y desasistido, que han ganado una Serie Mundial en trece años y que este año bordean al papelón de quedarse por fuera de la pelota de octubre.

¡Ay mamacita! si estuviera vivo Steinbrenner el viejo. “Big George” para sus amigos.

Habituado a atender todo de su equipo desde los confines de Tampa, el entonces dueño de los Yanquis, hablaba y temblaba el Bronx. Opinaba y se estremecía el beisbol.

En aquellos años [más de quince ya], en la sala de prensa del viejo Yankee Stadium eran recurrentes las bromas de Bill Madden, Mike Lupica, Juan Vené, Constantino Viloria y otros veteranos del oficio, sobre el efecto que tenían los malos resultados de los Yanquis en el ácido úrico de “Big George” Steinbrenner.

Esto de que los Medias Rojas le ganen seis de siete juegos a los Yanquis en dos fines de semana “back to back” y los dejan agonizantes y con la temporada hecha un basurero, ha golpeado duro. Ha lastimado en serio.

Algo de esto que le pasa ahora a estos Yanquis, con fachada y números de equipo pobre, podía propiciar una reacción volcánica del dueño que lo reparaba todo con un golpe a la mesa y un cheque abierto para llevar a los peloteros que fueran necesarios para ganar… o ganar.

¡Sin miserias!

Así llegaron al Bronx, nombres como Randy Johnson, Tino Martínez, Gary Shelfield, Roger Clemens, Mike Mussina, “Duque” Hernández, Kevin Brown y Hideki Matsui, entre otros. Llegaban para ayudar a ganar y… ganaron.

Eso, que queda cada vez más atrás y va siendo parte de la mitología yanqui nos hace recordar de manera inevitable el carácter huracanado de George Steinbrenner, lo que le valió que el gran Juan Vené lo llamara el “Fuhrer”. Aquella comparación, al parecer no le gustó para nada a Steinbrenner, a quien ya no solo se le alteró el ácido úrico sino la bilis de su mal carácter y ordenó que la grúa se llevara del estadio el auto de Juan Vené.

Todos a una apoyamos a Juan Vené, para que le devolvieran su lugar de parqueo, y ganamos el pleito, pero Steinbrenner dejó establecido quien dictaba las normas allí.

En estos Yanquis, con la nómina más alta del beisbol y peleando por un boleto comodín, vale preguntarse si al menos hay en algún rincón, algo llamado principio de autoridad.

Luego la seguimos.

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