Héctor Clase, un guerrero incansable

Héctor Clase

Héctor Clase Crédito: <copyrite>edllp</copyrite><person>jose acosta< / person>

NUEVA YORK — Quien ve al veterano Héctor Clase en la calle, caminando con un andador y cojeando de un pie debido a sus múltiples enfermedades, puede llegar a pensar que éste ya hizo todo lo que tenía que hacer en su vida y se la pasa sentado en su casa viendo televisión.

Pero este exsargento del ejército nacido en El Bronx de padres puertorriqueños no está hecho de ese material. Pese a sus múltiples dolencias, Clase, de 48 años, es voluntario en el hospital de veteranos, donde da clases de fotografía y ayuda a sus colegas en el proceso de tramitación de documentos para obtener los beneficios que les corresponden por haber servicio en las Fuerzas Armadas.

“Muchos veteranos no saben cómo conseguir los beneficios en la Oficina de Asuntos de Veteranos, y yo los ayudo a tramitar esos beneficios y les doy consejería”, dijo Clase.

Fue esta misma vocación de servicio que lo llevó a enlistarse en el Ejercito de los Estados Unidos en 1982, cuando apenas tenía 17 años.

En los primeros años en la Armada, fue a la universidad (Bronx Community College) e hizo estudios de música, electricidad y comunicación social.

En 1990, Clase se ofreció como voluntario para que lo enviaran a Kuwait, donde se preparaba la Guerra del Golfo Pérsico, y en la tercera ocasión que lo hizo lo llamaron.

“Yo trabajaba en suministros del ejército y cuando me llamaron creí que iba a trabajar en esa área como secretario, pero me dijeron que iba a combatir”, dijo Clase.

En el avión militar en que lo enviaron junto con sus compañeros de armas, los soldados estaban tan nerviosos que se pasaron todo el viaje fumando, y cuando hicieron una parada en Alemania para poner combustible, abrieron las puertas del avión y salió tanto humo que llamaron a un camión de bomberos porque creían que se había desatado un incendio.

“Todos estábamos nerviosos porque creíamos que iba a ser otro Vietnam y que muchos íbamos a morir”, afirmó.

Al tercer día de estar en Kuwait, estalló la guerra. Clase estaba en un edificio cerca de la base aérea, y esa noche se escucharon los cohetes iraquíes que surcaban el cielo y caían cerca de donde él se hallaba.

“No se sabía si nos estaban lanzando bombas químicas, y esa noche nos ordenaron ponernos los trajes anti-químicos”, dijo Clase. “Todos nos sentamos en el piso, preocupados porque no sabíamos qué clase de químicos eran y qué efectos podrían tener en el organismo”.

Después del susto de la primera noche, a Clase lo asignaron con la policía militar de Kuwait, y luego fue asignado a la división encargada de los prisioneros de guerra.

Clase duró 15 años en el ejército y llegó al rango de sargento. Cuando terminó su contrato, regresó a El Bronx y, según afirmó, se sintió “desconectado”.

“Yo vi muchas muertes y cosas malas que nadie quisiera ver en su vida, y cuando regresé vine cambiado y nadie, ni siquiera mi familia, sabía cómo tratarme”, dijo Clase.

El veterano fue diagnosticado con el síndrome de la Guerra de Golfo, una enfermedad de causa desconocida que produce estrés postraumático, cansancio y dolores musculares.

“A causa de la guerra tengo problemas respiratorios, del corazón y el hígado y cogí diabetes y no saben por qué”, dijo Clase.

Hoy día Clase tiene que valerse de un andador para caminar. Se retiró en 1997, y recibe una pensión del gobierno que le permite pagar alquiler y comida. Clase no tuvo hijos y nunca se casó.

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