Educación en NYC: Grandes objetivos, escasos recursos
Nueva York — Al hacerse cargo del sistema de educación pública más grande del país, el alcalde de la Ciudad de Nueva York, Bill de Blasio, enfrenta un desafío gigantesco. La ciudad tiene una crónica escasez de recursos, escuelas súper pobladas, miles de estudiantes de bajo rendimiento académico y un alarmante índice de abandono escolar, especialmente entre alumnos bilingües, latinos y afroamericanos.
Para concretar su visión al frente del Departamento del área, el Alcalde eligió a la veterana Carmen Fariña, que ya desempeñó la subdirección durante un tramo de la administración Bloomberg.
El resultado de la gestión de Fariña —primera educadora profesional en ocupar este cargo en más de una década, desde Rudy Crew (1995-1999)— definirá en gran medida el éxito o fracaso político de su jefe.
Si hay un terreno en el cual la promesa electoral de achicar la brecha entre ricos y pobres —la historia de “las dos ciudades”— se pone a prueba, es precisamente la educación. Nada define mejor el futuro económico de una persona que su acceso temprano a una enseñanza de calidad. De ahí el proyecto más importante del nuevo alcalde: la universalización de la educación preescolar.
Actualmente, el preescolar no es obligatorio y los pocos programas que existen cubren solo tres horas al día.
Para financiar esta iniciativa, De Blasio propuso crear un impuesto para los neoyorquinos que ganen más de $500,000 al año. Pero la aprobación de impuestos no es prerrogativa del alcalde sino de la legislatura estatal, y el gobernador Andrew Cuomo —cuyo apoyo es clave para un voto favorable— se opone a subir impuestos.
Durante su discurso anual ante los legisladores, Cuomo tendió una mano a De Blasio al anunciar que destinará $1,500 millones durante los próximos cinco años para expandir el preescolar en todo el estado sin tocar los impuestos. Los fondos saldrían de ingresos fiscales ya acumulados por el estado. Para sorpresa de muchos, De Blasio rechazó la oferta aduciendo que esos fondos son menos de la mitad de lo que necesita. En un desafío a Albany recordó que cuenta con un claro mandato de sus votantes para aumentar los impuestos con ese fin.
Según un reporte detallado de la oficina del alcalde, la ciudad está preparada para ofrecer preescolar gratis a 53,604 niños comenzando en septiembre de este año, y a un total de 73,250 para el año escolar 2015-2016. El informe apunta que las limitaciones para la rápida expansión no son relacionadas a personal o espacio sino “al reto fundamental de suficientes fondos sostenibles”.
A su favor están también las encuestas, que muestran que una mayoría de la población está a favor de subir los impuestos a los ricos. Las próximas semanas estarán plagadas de intrincadas negociaciones para destrabar esta disputa entre los dos principales líderes demócratas del estado.
Más allá de la atención que despertó este tema, los mayores desafíos del actual sistema educativo residen en la escuela intermedia (Ver infografía). A los problemas presupuestarios de larga data se suman los generados por la implementación de un nuevo estándar nacional (Common Core), que impone metas de rendimiento más exigentes.
La ley federal que el año pasado estableció el Common Core dice que éste será obligatorio en todo el país a partir de 2015, pero el exalcalde Michael Bloomberg ordenó a su canciller Dennis Walcott implementarlo de inmediato.
Padres y docentes dicen que este apresuramiento perjudicó a los niños. El año pasado, sólo un tercio de los estudiantes de tercer a octavo grados aprobó los nuevos exámenes.
Los maestros —que son a su vez evaluados de acuerdo a las calificaciones que obtengan sus alumnos— se quejan también del poco entrenamiento que recibieron para aplicar las nuevas reglas.
Este malestar se agrega a un cuestionamiento generalizado hacia los exámenes estandarizados. Según estas críticas, dichos exámenes han aumentado el rol de los docentes a “enseñar para pasar el test”.
Numerosos estudios señalan que los estudiantes de los distritos más pudientes obtienen mejores calificaciones en estos exámenes que los estudiantes más pobres. Para revertir esta situación, De Blasio —cuyo hijo menor, Dante (16), asiste a una escuela pública de Brooklyn— buscará una distribución más equitativa de los recursos entre todos los distritos escolares.
Una de las decisiones más calientes del equipo De Blasio-Fariña será definir el destino de las 183 escuelas charter de la ciudad.
Las charter son escuelas públicas que operan como organizaciones sin fines de lucro y en las que los estudiantes son admitidos mediante una lotería. A diferencia de las escuelas públicas tradicionales, las charter tienen menos alumnos, reciben sólo 70% de fondos gubernamentales por estudiante y deben obtener el resto por donaciones privadas.
Durante la administración Bloomberg hubo quejas de favoritismos a estas escuelas, que sólo atienden al 6% de la población. El 60% de las charter comparten edificio con escuelas públicas tradicionales, y muchos consideran que esto obliga a las escuelas a competir por recursos.
Haciéndose eco de estas quejas, De Blasio dijo que cobrará alquiler a las charter que compartan edificio con otra escuela pública, siempre que reciban suficientes fondos privados.
Pedro Noguera, experto en educación de NYU, advierte que sería un error declarar la guerra a las charter. “Algunas de las escuelas con mayores índices de alto rendimiento entre estudiantes pobres son escuelas charter”, explicó. “Bloomberg las hizo competir con las demás escuelas, pero lo que debemos buscar es un modelo de colaboración”. (Busque mañana, nota especial en EDLP).
Otro gran desafío son los estudiantes de educación bilingüe, o English Language Learners (ELL), el grupo de menor tasa de graduación de la escuela secundaria.
Según David Bloomfield, profesor de educación de Brooklyn College y el Graduate Center, la inversión que se haga en estos estudiantes podría traducirse en un mayor rendimiento académico de la población estudiantil en general.
La participación de los padres -especialmente en la población inmigrante- es clave para el éxito escolar de sus hijos. “Desde el primer día vamos a trabajar para que los padres sepan a dónde y a quién deben dirigirse cuando tengan un problema”, dijo Fariña, hija de inmigrantes gallegos, en la conferencia de prensa el día de su nombramiento. Para despejar toda duda, repitió sus comentarios en español.
Fariña ha también señalado que pondrá énfasis en la creación de más programas extracurriculares, severamente afectados por los recortes presupuestarios de la última década.
Actualmente rige un sistema de evaluación docente impuesto por el estado de Nueva York en 2010 ante la falta de acuerdo con el principal sindicato de maestros, United Federation of Teachers (UFT). El sindicato cuestiona la manera en que se manejan las evaluaciones. El 60% de la evaluación procede de observadores, (directores y/o subdirectores). Los sindicatos esperan que Fariña sea más sensible a estos reclamos que su predecesor.
La nueva canciller deberá también negociar un nuevo contrato con los docentes, sin aumento de sueldo desde 2009. El sindicato presionará para que se reconozca un pago retroactivo por todo ese período, una suma que ronda $3,000 millones. Pero el Departamento de Educación, que recibe la mayor tajada del presupuesto municipal, carece de fondos para hacer frente a esa demanda.
Según Bloomfield, este será uno de los objetivos menos difíciles de alcanzar. “De Blasio tiene una buena relación con el sindicato, y los dirigentes de éste son conscientes de la difícil situación fiscal de la ciudad”, concluyó. “Nadie quiere llevar a Nueva York a la quiebra”.