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Columna: El papel adecuado para las escuelas charter

Michael Mulgrew es presidente del Sindicato de Maestros.

Michael Mulgrew es presidente del Sindicato de Maestros. Crédito: Suministrada

Por 12 años, Nueva York ha tenido un sistema educativo de dos niveles. El alcalde Bloomberg trató de manera preferente a las escuelas charter y sus bien remunerados operadores, mientras alienaba y hacía enojar al resto de los padres y niños de las escuelas públicas. Si las escuelas charter quieren reparar la división con los padres neoyorquinos, unos cuantos pasos clave pueden ser de gran ayuda.

Lo primero que se debería requerir de las escuelas charter es que atiendan a todos los niños. En lugar de cerrarle la puerta a alumnos de educación especial y aprendices de inglés, las escuelas charter deberían acogerlos como lo hace cualquier otra escuela municipal. Y en vez de obligar a salir sistemáticamente a los alumnos a quienes les va mal, las charter deberían adoptar la filosofía que todos los alumnos merecen una buena educación. Un informe reciente de la Oficina Independiente de Presupuesto reveló que más del 80% de los alumnos con necesidades especiales inscritos en escuelas charter durante el kínder dejan la escuela antes de tercer grado.

Uno de los asuntos más controversiales relacionados con las escuelas charter ha sido el de las ubicaciones conjuntas. Cuando una escuela charter comparte espacio con una escuela distrital, la charter a menudo recibe una nueva mano de pintura, muebles nuevos, luces brillantes y lo último en libros y tecnología, además de aulas de primera y mejor acceso a gimnasios y equipo para el patio de recreo. Si las escuelas charter quieren reparar sus relaciones con los neoyorquinos, compartir la riqueza sería un paso importante.

Los operadores de escuelas charter necesitan actuar con transparencia. En lugar de ocultar sus finanzas al contralor estatal, deberían abrir sus libros contables. Los operadores de escuelas charter claman que son pobres cuando se trata de pagar el alquiler, mientras que proporcionan enormes paquetes salariales a sus directivos. El público merece saber cómo se gasta su dinero.

Lo más importante que pueden hacer las escuelas charter para reparar sus relaciones con los votantes es concentrarse en educar a los niños y no verlos como un negocio. En lugar de gastar fortunas en sus ejecutivos, abogados, empresas de relaciones públicas y eventos de gala, las escuelas charter deberían dedicar todos sus recursos a los niños que atienden.

(Michael Mulgrew es presidente del Sindicato de Maestros)

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