Zetas: ¿realidad o ficción en Guatemala?
Se utiliza información desfasada aunque el rostro del narcotráfico a nivel regional es cambiante, y lo que valía en 2011, o incluso el año pasado, hoy es historia.
Los guatemaltecos vivimos en el país de las maravillas y no lo sabíamos. Lo supimos al leer el titular de la entrevista que el Canciller de Guatemala, Fernando Carrera, le dio al diario El País: “Los Zetas no están en Guatemala, los capturamos y los echamos”. Antes, imposible creerlo si la realidad es otra. Ahora, la frase se digiere con renuencia porque la realidad apunta a que los “informes de inteligencia precisos sobre el asunto”, que Carrera cita como evidencia, no parecen tan precisos como cree. Mientras tanto, avanza una lectura errónea del narcotráfico en el país, que crea expectativas equivocadas.
Sucede con frecuencia. Se utiliza información desfasada aunque el rostro del narcotráfico a nivel regional es cambiante, y lo que valía en 2011, o incluso el año pasado, hoy es historia. La periodista Eva Saiz de El País le preguntó a Carrera si Guatemala era un feudo de los Zetas, “como aseguran los analistas”. Carrera le respondió “eso es mentira”…. “quien diga eso es que no conoce nada de la realidad guatemalteca”. Unos días después, ante las críticas a sus declaraciones, el Canciller dijo que un artículo de Steven Dudley (de septiembre 2013) en http://www.InSightCrime.org “afirma lo mismo”—aunque no es así.
Es cierto que Guatemala nunca fue un feudo de los Zetas, aunque decidieron quedarse luego de asesinar allí por venganza (en marzo de 2008) a un sujeto que les robó droga. Un cable de la Embajada de EE.UU. en Guatemala (que Wikileaks filtró) reveló que los Zetas buscaban asentarse en el país, El Salvador y Honduras. Además, tenían importantes apoyos en Guatemala desde la década anterior, cuando eran el brazo armado del mexicano Cartel del Golfo. Así abrieron un corredor guatemalteco entre Honduras y México.
En 2009, autoridades guatemaltecas coincidieron en que había unos 800 Zetas en el país; un tercio de ellos, mexicanos. El resto, guatemaltecos. Hacia 2011, éstos se expandieron hacia la frontera de Guatemala con El Salvador y Honduras. Pero para finales de 2013, una fuente militar afirmaría que el número de Zetas mexicanos disminuyó y se fortalecieron los grupos locales, en parte, supuestamente apoyados por estructuras corruptas en el gobierno guatemalteco.
Los Zetas aparecen más violentos que otros grupos porque toman a la fuerza rutas que pertenecían a otros. Pero no son más numerosos que otras organizaciones narcotraficantes en Guatemala. Si hubo una magnificación mediática de los Zetas fue porque el gobierno anterior identificaba a casi todo mexicano detenido por narcotráfico con los Zetas.
Dudley tiene razón cuando dijo hace cinco meses (citando fuentes oficiales, extraoficiales, y otras publicaciones) que ahora hay menos Zetas en Guatemala y carecen de fuerza para dominar otras estructuras. Esto, no equivale a decir que “los Zetas no están en Guatemala”. Además, los altibajos en sus capacidades no obedecen exclusivamente a las acciones del gobierno actual, o el anterior, o del Ministerio Público (MP), como aseguran Carrera y Dudley. El MP tampoco obligó a los Zetas a huir hacia Honduras, como afirma el escritor Francisco Goldman en una publicación reciente.
Primero, los Zetas estaban en Honduras desde al menos 2007.
Segundo, el narcotráfico aéreo aumentó en Honduras y disminuyó en Guatemala cuando incrementó el patrullaje militar en el norte de Guatemala entre 2008 y 2009.
Tercero, la inestabilidad política en Honduras debido al derrocamiento del entonces presidente Mel Zelaya dejó vulnerable al país, y permitió una mayor consolidación del narcotráfico, incluyendo los Zetas.
Cuarto, hubo captura de Zetas importantes en Guatemala en el gobierno pasado y el actual (como el principal socio guatemalteco de los Zetas, Walter Overdick, también extraditado).
Quinto, otros hechos en México también minaron el poder Zeta en Guatemala: la muerte del primer jefe, Heriberto Lazcano, en 2012, y la captura de su sucesor, Miguel Treviño, en 2013. Treviño formó la estructura Zeta en Guatemala, y su captura debilitó la “plaza” (no el feudo) de Guatemala. Así es que la interacción entre los narcotraficantes, y entre éstos y las autoridades, determina su comportamiento.
Como dice Carrera, los carteles mexicanos no armaron casa en Guatemala. Pero no necesitan hacerlo. Ya tienen efectivos socios guatemaltecos; algunos, tanto que (según la policía) hasta encarcelados manejan el negocio. Eso incluye el control de rutas de trasiego, algunas en manos de los socios de los Zetas. ¿Por qué? Guatemala es una sucursal que les ofrece menos competencia que México y, por lo tanto, menos visibilidad.
Entonces, el gobierno no “echó” a los Zetas de Guatemala. Sí capturó, juzgó y condenó a varios, pero no se libró de todos. Al fin de cuentas, este no es el país de las maravillas. Y si existe tal lugar, probablemente está muy lejos de Guatemala.