Ganador por una nariz
Dudo mucho que los salvadoreños, que padecieron una guerra civil dolorosa, quieran volver al pasado
Al Grano
¿Puede pasar? Sí, podría suceder que en unas elecciones haya una diferencia de seis mil votos en un país dividido políticamente como El Salvador, pero la izquierda latinoamericana tiene antecedentes sospechosos como sucedió en Nicaragua y Venezuela, entonces, la incertidumbre salta en las mentes desconfiadas.
Se entiende el disgusto del partido Arena ante los resultados estrechos y frente a la propia duda sembrada por el presidente del Tribunal Supremo Electoral Eugenio Chicas, cuando dijo que “ningún partido podría declararse vencedor”, aunque tres días más tarde aclaró que ganó el gobernante Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN).
Hay que reconocer que al candidato del FMLN, el ex guerrillero Salvador Sánchez Cerén, las encuestas le daban una cómoda ventaja. Sin embargo, ganó por una nariz y por esa razón la oposición tiene el derecho de pedir reconteo de votos. El Tribunal debe conceder ese privilegio democrático y no cerrar las puertas como prácticamente ya lo hizo.
A pesar de que eso pudiera verse como una arbitrariedad, no es conveniente que los dirigentes políticos inciten al pueblo para que se prepare a enfrentar una época sangrienta similar a la que vive Venezuela, como advirtió, de una manera un poco irresponsable, el candidato Norman Quijano.
Dudo mucho que los salvadoreños, que padecieron una guerra civil dolorosa, quieran volver al pasado.
Tampoco es justo acusar al Gobierno de Mauricio Funes y su próximo sucesor de instaurar una dictadura de partido. Recordemos que Arena estuvo en el poder por más de 20 años y tuvo la oportunidad de gobernar. Se debe elogiar a esa derecha que situó a El Salvador como un orgullo para Centroamérica por su desarrollo económico y social, aunque algo debió hacer mal para que perdiera en las elecciones contra Funes. Lo que también se debe investigar es cómo hizo su campaña el FMLN y si dineros de Alba Petróleos de El Salvador sirvieron para influenciar el resultado electoral. Hay que indagar si compraron votos, porque además de la posible manipulación de datos y la anulación arbitraria de sufragios, pudiese haber otros factores que la gente desconoce.
Varias lecciones dejan los comicios salvadoreños. La primera es que la izquierda, como maestro el chavismo, aprendió a utilizar los caminos que la democracia consiente para adueñarse del poder. Por ejemplo, manoseando las leyes, colocaron funcionarios en puestos claves que permiten manipular decisiones. Por otra parte, la izquierda aprendió a ser capitalista usando la bandera socialista, lo cual es más rentable y sustancioso que seguir los parámetros del viejo socialismo cubano que tiene sumido en la miseria a su pueblo. En Nicaragua, por ejemplo, Daniel Ortega, a quien muchos consideran un presidente inconstitucional porque usó trucos chavistas para urdir la trama de atornillarse en el poder, ha logrado aliarse con ciertos empresarios e industriales. Es como un acuerdo tácito de pisarse pasito.
Solo falta esperar que el FMLN cumpla las promesas de campaña y que el Gobierno que ejerza Sánchez Cerén sea igualmente de una izquierda moderada como el de Funes y no un chavismo bandolero.