A lo SWAT, en Brasil hicieron un simulacro de rescate
En helicóptero, vestidos de negro y fuertemente armados, la policía de Brasilia practicó operaciones de salvataje en el estadio Mané Garrincha
BRASILIA.- En helicóptero, vestidos de negro y fuertemente armados, la policía de Brasilia simuló este miércoles operaciones de rescate en el estadio Mané Garrincha, una de las 12 sedes del Mundial 2014, en maniobras que forman parte de un entrenamiento con Alemania.
Se recrearon dos “situaciones de riesgo extremo”. En una de ellas, como en las películas de acción, un francotirador mata al agresor de una autoridad internacional invitada al puntapié inicial de un partido. Enseguida entran 12 oficiales para proteger el perímetro hasta que la personalidad aborda un helicóptero que desciende en el medio del campo, indicó la secretaría del Distrito Federal en su sitio web.
También se simuló el rescate de un periodista. Tres sujetos armados fueron simuladamente muertos a tiros y un cuarto con un cuchillo que fue inmovilizado por los policías.
Los policías –miembros de batallones de élite– entrenaron también maniobras de descenso con cuerda desde el helicóptero.
El entrenamiento forma parte de un intercambio de experiencias entre policías de Brasil y Alemania, indicó la Secopa.
“Alemania es pionero en operaciones especiales (_..) el país organizó la Copa en 2006 y desarrolló acciones específicas en sus estadios”, indicó el teniente del Batallón de Operaciones Especiales (BOPE), Rogerio Nogueira, que comandó la demostración.
Las fuerzas del orden sólo actuarán dentro de los estadios en situaciones de extremo peligro. Durante el Mundial, la seguridad estará a cargo de vigilantes privados.
Brasil no es un blanco terrorista pero la seguridad durante la Copa del Mundo está preparada para lo peor, dijo el ministro de Defensa, Celso Amorim, en una entrevista publicada por la revista Istoé hace 10 días.
Con todo, unos 170.000 policías y militares serán desplegados en las 12 ciudades sedes para garantizar la seguridad del torneo.
Más allá de amenazas terroristas, las autoridades encuentran un alto potencial de amenaza contra la seguridad del torneo en las manifestaciones callejeras –una constante en el país–, huelgas y delincuencia urbana.ñ
En junio de 2013, durante la Copa Confederaciones, cerca de un millón de personas salieron a las calles a pedir mejoras en salud, educación, transporte, y a reclamar por los excesivos gastos para el Mundial.
Las manifestaciones continuaron a menor ritmo e intensidad en las principales ciudades brasileñas, aunque muchas veces terminan con actos de violencia protagonizados por el grupo radical Black Bloc, y con choques con la policía.