La vida después de DACA

Orden ejecutiva ha permitido a jóvenes indocumentados tener mejores empleos

Julio Rayo trabaja en un banco y mientras estudia, se ha hecho cargo de la mayoría de las cuentas en su casa.

Julio Rayo trabaja en un banco y mientras estudia, se ha hecho cargo de la mayoría de las cuentas en su casa. Crédito: <copyrite>La Opinión - </copyrite><person>Aurelia Ventura< / person>

Un mejor trabajo, o simplemente, un trabajo. Una licencia de manejar, la posibilidad de viajar con permiso fuera del país, obtener una tarjeta de crédito y hasta comprar un carro u obtener un préstamo hipotecario: todos son beneficios que jóvenes indocumentados han tenido en el último año y medio, desde que se implementó el programa DACA (Acción Diferida para Niños Inmigrantes).

Durante seis años, Julio Rayo trabajó como bus boy en un restaurante italiano. Pagado “bajo la mesa”, Julio se ofrecía a trabajar todos los fines de semana con tal de que sus jefes no le pusieran trabas a tener un horario flexible entre semana para ir a la universidad. A principios de Noviembre de 2012 solicitó DACA. El joven de 25 años recuerda donde estaba cuando supo que había sido aprobado.

“Estaba con mi novia en la biblioteca de Cal State Long Beach”, recuerda. “Empecé a llorar, ahí mismo”.

DACA significó un mejor trabajo, la posibilidad de ayudar a sus padres, que después de 24 años en este país – Julio tenía un año cuando migraron — siguen luchando por salir adelante. Ahora Julio trabaja en una sucursal del US Bank en Santa Mónica y mientras continúa sus estudios universitarios, se ha hecho cargo de la mayoría de las cuentas en su casa. “Ahora quiero ayudarlos más que nunca”, dice, recordando las largas horas que sus padres pasaron en talleres de costura para salir adelante.

Más de medio millón de jóvenes que llegaron a este país cuando eran niños, sin documentos, han recibido DACA. Aunque el estatus es temporal —sólo dura 2 años, aunque se espera pronto la renovación por otros 2 — ofrece a jóvenes una semblanza de normalidad.

Claudia Rodríguez estuvo 2 años desempleada antes de DACA. Luego de graduarse con una licenciatura en comunicaciones y de trabajar para una estación de televisión como interna y luego como productora asociada, su jefe recibió un email anónimo con la noticia de que la joven tenía un ITIN y no un seguro social regular. “Perdí mi trabajo y luego no me atreví a trabajar durante dos años”, dijo. “Tuve que depender de mis padres y hacer trabajitos por aquí y por allá”.

Hoy, Rodríguez trabaja en la mesa de asignaciones de una estación de televisión local en Los Ángeles y antes de eso, trabajó como productora en un programa de televisión nacional. Todo gracias a su esfuerzo y a que logró sus papeles con DACA.

“Mi vida dio un vuelco total”, dijo Rodríguez, de 30 años. “Es increíble, un día no tenía trabajo y otro día llegó DACA y una nueva oportunidad”.

Algunos jóvenes ven claramente el beneficio propio, pero están muy conscientes de que alrededor suyo hay todavía mucho sufrimiento. Casi todos los “dacamentados” tienen familiares sin papeles, en muchos casos sus padres, hermanos, primos, amigos. Y hay un sentimiento latente de culpa.

“Mucha gente no lo sabe, pero como a nosotros nos sacaron de la cuota de deportaciones, cuando nosotros ganamos DACA, estamos poniendo en peligro a otros indocumentados que tienen que deportar para cubrir las cuotas”, dijo Karen Zapien, otra “dacamentada” de Los Ángeles. “Ahora yo estoy cubierta, pero alguien más está en peligro”.

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