Inmigrantes en Estado de México sufren nuevos brotes de xenofobia

Los municipios de Tultitlán y Huehuetoca tienen una larga lista de ataques contra los indocumentados

MÉXICO – Jorge Andrade, un defensor de los derechos de los indocumentados en México, cargaba leche, arroz, huevos y medicamentos, acompañado de colegas y centroamericanos, cuando desconocidos los atacaron a balazos en una agresión que se suma a múltiples acciones con tintes xenófobos en el Estado de México, una zona aledaña a la capital mexicana.

En los hechos ocurridos en una avenida transitada cercana a las vías del tren que cruza Lechería, Tultitlán, resultó herido un migrantes guatemalteco, según narró Andrade a este diario, sobre los hechos ocurridos el pasado 5 de abril, al mediodía. “La Policía no llegó”, sostuvo el activista del colectivo Ustedes Somos Nosotros.

Ante estos incidentes exigió al Gobierno federal que, en el marco del operativo de seguridad recién implementado en la entidad -que encabeza la lista nacional de homicidios dolosos, secuestro y extorsión- se brinden garantías para los defensores de derechos humanos y migrantes.

Esta región conurbada -que es más habitada del país- es clave para los “sin papeles” que utilizan el tren de carga como polizones porque es en este punto geográfico donde se dividen las rutas hacia la frontera por el noreste, nortecentro y noroeste. Ahí se concentran todos los ferrocarriles.

Los municipios de Tultitlán y Huehuetoca tienen una larga lista de actos xenófobos contra los indocumentados.

En agosto de 2011, pobladores y policías fueron acusados de asesinar a pedradas al guatemalteco Julio Fernando Cardona en medio de una revuelta de vecinos que se opusieron hasta cerrar el albergue San Juan Diego, en Tultitlán.

Organizaciones civiles abrieron entonces carpas móviles debajo de los puentes que servían de improvisados refugios en la localidad de Huehuetoca para evitar que los indocumentados sufrieran ataques de bandas criminales o gente molesta con el tránsito de centroamericanos en la zona.

Posteriormente, se reabrió la Casa del Migrante San Juan Diego con el mismo nombre, pero unos kilómetros adelante; sin embargo, volvió a cerrarse tras diversos incidentes en los que policías sacaron a inmigrantes por la fuerza y el crimen organizado intentó infiltrarse para sumar a los indocumentados a sus filas.

Actualmente, opera un refugio de la Iglesia Católica.

gardenia.mendoza@laopinion.com

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