Nueva oración por Gabo

Leer a García Marquez seguirá siendo lo más parecido a la felicidad. Uno lo lee y se vuelve un mejor sujeto

El fabulista de Macondo trabajó con unos niveles de exigencia tales que era forzoso verlo trascender.

El fabulista de Macondo trabajó con unos niveles de exigencia tales que era forzoso verlo trascender. Crédito: Archivo / EFE

Papeles

Señor, muy agradecido por el detalle de fina coquetería de regalarnos a Gabriel García Márquez, Gabito, para su entorno. Como diría Job, tú nos lo diste, tú nos lo quitaste en pleno Jueves Santo.

Siempre que le daba una inocente gripa, en Macondo había fiebre a cuarenta por el Nobel. Brotaban gabólogos y gabólatras hasta debajo de los ceniceros. Con su partida, quedamos sin norte, sur, oriente, ni occidente.

Ahora que ha sido recogido por el silencio, medio país resultó amigo, pariente o cómplice suyo. Perdónanos, Señor, no sabemos lo que hacemos. Si hasta el presidente Santos, quien está en plena campaña, está armando paseo en avión para México dizque para el homenaje póstumo…

Tú que te las sabes todas y hasta bailas trompos en l’uña, sabes bien que un premio Nobel no es producto de una mojada, acalorado. Es fruto de todos los segundos dedicados al oficio de creador que inventaste.

El fabulista de Macondo trabajó con unos niveles de exigencia tales que era forzoso verlo trascender. Por algo fue Nobel en literatura y en periodismo.

Leer a don Gabriel seguirá siendo lo más parecido a la felicidad. Uno lo lee y se vuelve un mejor sujeto. Te lo recomiendo para que te desestreses de la eternidad pasando rico que te tocó en reparto. Empieza por El coronel no tiene quién le escriba donde el narrador dice a través del coronel: “Dios es mi copartidario”.

Claro que Gabo era agnóstico según le oí decir a su biógrafo mayor, Dasso Saldívar, autor del espléndido y muchas veces reeditado Viaje a la semilla. Pero caminando rápido no se nota su agnosticismo. Además, tú trabajas para todos. No discriminas. Eres incluyente.

Pese a su ateísmo gracias a Dios, para evitarse una “plomonía” en su tierra caribe, se casó por lo católico con Mercedes. Le pidió a su amigo el cura guerrillero Camilo Torres que bautizara a Rodrigo, su primogénito. El que peca y reza empata. Camilo pidió que se arrodillaran quienes creyeran que al momento del bautizo el Espíritu Santo bajaba sobre el bebé Rodrigo. Todos, incluido Plinio Apuleyo Mendoza, su padrino, se quedaron de pie.

Si nos va bien y nos das una mano, Colombia podría ser el único país que tenga Nobel y Óscar al mejor director de cine. Su hijo Rodrigo dio un primer paso en esa vía: dirigió a la actriz Glenn Close nominada a mejor actriz por su papel en la película Albert Nobbs“. Recomendada.

Como murió en Semana Santa, déjame decirte, como las hermanas de Lázaro: Señor, si hubieras estado en México no se habría ido el hijo del telegrafista y de doña Luisa Santiaga. ¿Por qué se tenía que descuidar su Ángel de la Guardia?

Ahora, muy entre nos, Señor, va otra intriguita: Ya que mantuviste la decisión de privarnos de don Gabriel ¿por qué no te tiras una buena parada conmigo y me endosas sus musas?

No hay necesidad de que me las dejes por siempre. Sería tan traumático como si los amores platónicos que he tenido me hubieran parado bolas. No tendría con qué responder.

Ser Gabo por unos momentos nada más, sería tan exótico como tener por unos minutos los 60,000 millones de dólares de Bill Gates. Es apenas una fantasía como esas que proponen los expertos en artes kamasútricas. Escribo un párrafo a lo Gabo y regreso a la prosa que me diste para levantar pa los garbanzos.

Y como no tengo a quién darle el pésame por la muerte de Don Gabo, te lo doy a ti… aunque sé que lo tendrás ahí no más a tu acaparadora diestra.

Señor, mejor no le quito más tiempo a tu eterna juventud.

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