ANÁLISIS: Congreso busca soluciones a crisis de niños migrantes
Biden viaja a Centroamérica para disuadir la emigración ilegal
WASHINGTON, D.C.? Las advertencias del peligro de los cruces ilegales, especialmente para niños que emigran solos, y de la eventual deportación de la mayoría, parecen caer en oídos sordos, mientras el Congreso de Estados Unidos y ahora el vicepresidente Joe Biden trabajan contrarreloj para mitigar la crisis desatada en la frontera sur.
Fuentes legislativas, que pidieron el anonimato, adelantaron hoy a La Opinión que los legisladores del Caucus Hispano del Congreso (CHC) se reunirán en privado la mañana del miércoles con los embajadores de Honduras, Guatemala y El Salvador, para evaluar formas de atenuar la crisis.
Mientras, los congresistas demócratas, Henry Cuéllar, de Texas; Luis Gutiérrez, de Illinois, y Joe García, de Florida, han visitado en sus respectivos estados centros de detención donde los menores aguardan la resolución de sus casos, y quieren que el Congreso ayude a las autoridades federales que no dan abasto para atenderlos.
“Cuando estuve en McAllen, los agentes de la Patrulla Fronteriza me dijeron que no pueden resolver esto solos, con medidas policiales. Tenemos que buscar otras soluciones, y contrarrestar el mensaje de los narcotraficantes para que las familias emigren“, dijo Cuéllar a La Opinión.
Cuéllar dice apoyar la creación de protocolos para agilizar la repatriación de los niños, aumentar la ayuda de EEUU para fortalecer la frontera sur de México y combatir la narcoviolencia en Centroamérica.
Por su parte, la legisladora demócrata por California, Karen Bass, prevé presentar este martes una medida para ampliar los fondos de asistencia legal para los niños, consciente de que la ayuda anunciada recientemente por el Departamento de Justicia no basta. Su oficina no dio más detalles al respecto.
El presidente del Comité Judicial de la Cámara de Representantes, el republicano de Virginia, Bob Goodlatte, ha programado una audiencia para este jueves sobre la crisis, convencido de que la culpa la tiene el presidente Barack Obama por no hacer cumplir las leyes.
La mayoría de los niños, provenientes principalmente de México, El Salvador, Guatemala y Honduras, se encuentran hacinados en centros de detención. El Departamento de Salud y Servicios Humanos (HHS, en inglés) se encarga de entregarlos a sus familiares en EEUU, o colocarlos en hogares temporales en este país, mientras un tribunal de Inmigración determina si serán o no deportados.
Mientras tanto, la Administración Obama intenta controlar los daños por el pobre manejo inicial de la crisis, en la que más de 47 mil menores han sido arrestados en la frontera del suroeste desde octubre pasado. La cifra superará los 60 mil este año, al ritmo de hasta 10 mil por mes para el otoño próximo.
Aunque tanto el secretario de Seguridad Nacional, Jeh Johnson, como la Casa Blanca han dejado en claro que ninguno de los niños, adultos o familias que siguen cruzando ilegalmente la frontera podrá recibir algún alivio migratorio, eso aparentemente no ha frenado el flujo de indocumentados en la zona, según informes locales.
Así las cosas, como parte de la gira que inició hoy por América Latina, el vicepresidente Biden viajará a Guatemala el próximo viernes, donde se reunirá con los presidentes de Guatemala y El Salvador, Otto Pérez Molina y Salvador Sánchez Cerén, respectivamente, y con el coordinador general del Gobierno de Honduras, Jorge Ramón Hernández Alcerro.
La misión de Biden, según explicó un funcionario de alto rango de la Administración, es advertir a los padres de familia que “no vale la pena” arriesgar la vida de los menores en los peligrosos parajes hacia el Norte.
“No vale la pena, no hay luz al final del túnel para estos niños (para que obtengn la residencia permanente). La inmigración ilegal no es segura, y poner a un hijo en manos de una organización criminal no es seguro”, enfatizó la fuente.
No está claro si entre las medidas humanitarias para disuadir la emigración ilegal, Biden ofrecerá más ayuda económica de EEUU contra la narcoviolencia y el subdesarrollo en la región, que alimentan en parte ese éxodo en el istmo.