Estrés de segunda mano
Las esposas de veteranos también experimentan trastornos psicológicos
Por Patricia Prieto
patricia.prieto@laopinion.com
Vivir con un veterano de guerra que sufre los efectos del trastorno de estrés postraumático (PTSD) es un reto muy grande.
Esto lo sabe muy bien Carmen Elisa Rodríguez, residente de Los Ángeles, quien desde hace cuatro años lidia con la nueva personalidad de su esposo, con quien lleva 25 años de unión marital.
“Antes de ir a la guerra de la Península Balkan, en el 2010, él era calmado, compasivo y amoroso”, cuenta esta colombiana. “Pero ahora parece como una bomba atómica“.
Rodríguez se refiere a que en la actualidad su marido está a todo momento a la defensiva, con actitud explosiva y de desconfianza.
“Ahora mi esposo grita por cualquier cosa, se enoja, es frío y calculador. No puede perdonar si alguien le hace algo”, detalla la coach de vida y Reiki master de profesión. “A veces su mirada es fría y distanciada. Parece como si no estuviera presente. Resulta estresante vivir con una persona así “.
La psicóloga Romi Torres-Wards, con práctica en Los Ángeles, asegura que las esposas de los veteranos con PTSD tienden a sufrir el trastorno de segunda mano.
“Las compañeras [de los veteranos] pueden desarrollar el trastorno de estrés postraumático secundario, ya que los traumas acumulativos que ellos manifiestan [como rabia, culpa, intimidación, irritabilidad, paranoia, ansiedad, dificultad para sociabilizar y hasta a inestabilidad laboral] pueden afectar profundamente su estado emocional y capacidad funcional como madre y esposa”, detalla la terapeuta familiar.
Susan Barrera, esposa de un veterano de guerra e integrante de un grupo de apoyo de esposas y familiares de soldados veteranos de Albuquerque, Nuevo México, dice que para las mujeres con parejas con PTSD “la situación empeora con el tiempo cuando sus maridos se resisten o se niegan a solicitar los beneficios por incapacidad”.
El estrés se profundiza más a raíz de que muchos veteranos con PTSD “no son capaces de mantener a largo plazo un empleo debido a su ira e incapacidad para hacer frente a las figuras de autoridad“, dice la certificada en Emotional Freedom Technique (EFT), en una carta abierta que escribió para la publicación electrónica “The Veterans’s Voice”.
Esto pone a la mujer, agrega Barrera , en una situación abrumadora por las responsabilidades de hacer frente a los síntomas de su marido, la administración del hogar, las largas horas de trabajo en un empleo que cubra los gastos familiares y la crianza de los hijos, ya que en muchos casos los veteranos con PTSD suelen tener problemas de unión con sus hijos.
Tras su experiencia personal, Rodríguez dice que hay que “tratar el esposo con mucho amor y compasión para poder tolerar sus síntomas en paz sin que sea uno afectado demasiado”.
“Sé que no es fácil, pero hay que ser fuerte e ignorar su comportamiento, porque si la mujer pone a pelear nunca se acaba la guerra”, dice.
Esto se logra cuando uno entiende que el esposo está enfermo, detalla Rodríguez, sin dejar de reconocer que “aunque no puedo dejar de negar que al igual como hay días buenos, hay unos muy malos donde la irritabilidad de su esposo y actitud compulsión por controlar todo la desespera”.
Para evitar el desarrollo del PTSD secundario, la psicóloga Romi Torres-Wards recomienda:
- Buscar ayuda psicológica o psiquiátrica para el veterano enfermo.
- Buscar ayuda psicológica para entender a la personas enfermas.
- Unirse a los grupos de apoyo para esposas y familiares con veteranos con PTSD.
- Aprender a no dejar que las actitudes de la persona enferma afecten.
- Optar por una dinámica familiar de actitud positiva para ayudar a la persona enferma. “La agresión y las peleas no conducen a nada”,detalla Torres-Wards.