Al fin, ¿qué dijo San Pablo sobre las mujeres en la Iglesia?

Se intensifica debate religioso ante la llegada de las primeras mujeres obispas a la Iglesia anglicana

¿Pueden los dos grupos de opinión de un tema controvertido –ambos compuestos por gente sincera e inteligente- mirar exactamente al mismo conjunto de pruebas y alcanzar veredictos totalmente opuestos?

Esto es, precisamente, lo ocurrido con la cuestión sobre la futura llegada de las primeras mujeres obispas a la Iglesia anglicana tras el voto favorable del Sínodo General el pasado 17 de noviembre a la legislación que así lo permite.

Los partidarios de las mujeres obispas dicen que San Pablo era parte de un mundo cristiano primitivo en el que algunos líderes de la Iglesia eran mujeres.

Los opositores, por su parte, creen que el Apóstol prohibió a las mujeres ejercer el poder en la Iglesia.

En su papel de autoridad en la vida de las comunidades cristianas de los primeros tiempos, Pablo no tiene igual.

Fue una figura clave en las primeras iglesias que se iban extendiendo fuera de Tierra Santa.

Sus cartas a los primeros cristianos fueron recopiladas con sumo cuidado para formar una parte importante del Nuevo Testamento, aunque contienen disputas locales y cuestiones logísticas y a menudo reflejan el enfado del autor.

Emoción en el momento en que el Sínodo General de la Iglesia anglicana votó a favor de las mujeres obispas.

Jimmy Dunn, antiguo profesor de divinidad en Durham y autor de “The Cambridge Companion to St Paul“, y Lee Gatiss, director de la organización evangélica Church Society, y opuesto a las mujeres obispas, examinan algunos de los textos.

“Vuestras mujeres callen en las congregaciones; porque no les es permitido hablar, sino que estén sujetas, como también la ley lo dice”. Primera carta a los Corintios.

“Yo no permito que la mujer enseñe ni que ejerza autoridad sobre el hombre, sino que permanezca callada”. Primera carta a Timoteo.

Algunos observadores cuestionan la validez de ambos textos “antimujeres”. Muchos académicos modernos creen que 1 Timoteo no fue escrita por Pablo, sino por un escritor posterior familiarizado con su pensamiento.

Gatiss dice que el documento ha circulado junto a otras epístolas de Pablo “desde los primeros días” y asegura que “no hay pruebas externas o manuscritas que indiquen que no es una carta genuina escrita por la persona que reclama su autoría”.

Sus restricciones hacia las mujeres son “particularmente pertinentes, al ocurrir en un contexto en el que Pablo discute precisamente la cuestión del liderazgo en la Iglesia”, señala Gatiss.

Por su parte, Jimmy Dunn no defiende que 1 Timoteo deba ser ignorada. Pero cree que puede datar de una segunda generación, cuando la esperada segunda llegada de Jesús no había ocurrido y la Iglesia se tenía que “organizar para un futuro cierto”.

Nadie duda que Pablo escribió 1 Corintios. Pero algunos expertos aducen que el verso 14:34 se añadió posteriormente, porque parece contradecir una idea anterior en la misma epístola en la que dice que las mujeres deben tener la cabeza cubierta al practicar la fe.

Si están profesando su fe no pueden mantenerse en silencio y, por tanto, el verso 14:34 se debe ignorar, ¿no es así?

Dunn no va tan lejos, pero insiste en que los textos se deben considerar en su contexto histórico.

“Creo que Pablo estaría horrorizado al ver que muchas de sus cartas se utilizan en situaciones muy concretas… que se generalizan 19 siglos después y la gente dice ‘Esta es la regla para siempre y jamás’”.

Dunn explica que la Iglesia de Corinto al parecer fue “bastante caótica”, y agrega que no se puede generalizar el texto de Pablo “a las Iglesias que están bien organizadas”.

El autor sostiene que es posible que el pasaje de la primera carta a los Corintios se refiera a “las mujeres que están demasiado interesadas en participar y hacen preguntas y sacan temas a la luz y todo eso, y se perturba el culto”.

Gatiss está de acuerdo en que en la Biblia “esperamos encontrar detalles históricos y peculiaridades culturales e incluso enseñanzas que aplican a sus oyentes inmediatos pero no a otros”.

Pero, advierte, “todos los manuscritos más tempranos de 1 Corintios respaldan las versiones del texto tal cual aparecen en las traducciones estándar” y el mensaje es claro.

Los partidarios de darle poder a las mujeres en la Iglesia citan con frecuencia la Epístola a los Romanos, Capítulo 16. En su lista de casi 30 cristianos primitivos activos, al menos ocho son mujeres.

Algunos analistas subrayan el hecho de que una de ellas, Priscila (Prisca en el griego original), aparece mencionada antes que su esposo, Aquila.

De otra pareja, Junia y Andronicus, se dice que son “eminentes entre los apóstoles”.

Algunos dudan que Junia sea una mujer. En una época tan reciente como la década de 1960, la Nueva Biblia Inglesa nombra a Junia, un hombre.

Más recientemente, la disputa versa sobre si la frase significa que el par eran apóstoles o simplemente que eran bien conocidos por ellos.

“Es que están entre los apóstoles y es la forma más natural de interpretarlo. Junia es una de los apóstoles y es eminente en ese grupo”, insiste Dunn.

Gatiss reconoce que las mujeres “tenían con todo derecho un rol de honor dentro de la Iglesia temprana” pero sostiene que nada en Romanos 16 sugiere que las mujeres que cita Pablo tuvieran la autoridad de obispas o presbíteras.

“Junia puede ser una mujer. Puede ser llamada apóstol. Pero, a menudo, esto se ha asumido como contradicción a la lectura tradicional de 1 Corintios 14 y 1 Timoteo 2 sin la lógica correcta o una argumentación cuidadosa”.

Ambos bandos del debate dicen que los pasajes de la Biblia se deben tener en cuenta en su contexto histórico.

Ambos coinciden en que el significado obvio de un pasaje no se debe ignorar sólo porque no confirme nuestras visiones.

Ambos dicen que hay una línea que se debe marcar para distinguir entre lo que corresponde al momento en que fue escrito y lo que es un mensaje para todos los creyentes y todos los tiempos.

Pero es improbable que, a corto plazo, cualquiera de los bandos pueda convencer al otro de su propia interpretación.

Esto no sorprendería a Pablo. En sus escritos, lidió con disputas entre los cristianos.

Y a menudo aconsejó que, si alguien insiste en un principio que otro considera poco importante, esta persona debe aceptarlo en lugar de alienarlo.

Es conocido lo que escribió: “Para los judíos me convertí en un judío, para ganarme a los judíos… Para aquellos que no siguen la ley judía, me convertí en alguien que no sigue la ley…

“Me he convertido en todas las cosas para toda la gente, que yo soy una ventana a Cristo”.

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