Alientos que matan
¡Que tire la primera piedra el que nunca haya tenido un día de mal aliento!
Hay gente que habla tanta basura, que si, pareciera que de su boca salieran excrementos. Sin embargo, hay otros que aunque sólo hablen en poesía, esa boquita huele a…..¡Dios mío! A inodoro, y público.
Tengo la fortuna de sufrir de alergias, así que la gente “olorosa” tiene buena suerte a mi lado, ya que casi nunca me doy por enterada si el perfume está muy fuerte o si la boquita está en estado de descomposición. Sin embargo, es tan fuerte el olor bucal de ciertas personas que hasta yo, que no tengo mucho olfato, me quiero vomitar.
Me acuerdo de un excompañero de la oficina. Un chico muy simpático e inteligente con quien yo tenía que compartir gran parte de mi día para trabajar. Su aliento era tan, pero tan desagradable, que me tocó ir a mi supervisora a decirle: “o usted le dice que se lave los dientes, o yo voy a tener que renunciar”.
Nuestro trabajo requería el estar varias horas en el carro manejando de un lado a otro. Yo le ofrecía mentas, chicle, sacaba mi perfumito de mi cartera, trataba de meditar, y el olor era tal, que me colmaba la paciencia. Lo peor del caso, es que a mi compañero le encantaba suspirar, así que se podrán imaginar cómo olía de rico ese auto. Por más que intenté mandarle indirectas muy directas, a él o no le importaba, o no se daba cuenta de lo desagradable que era estar a su lado. Siempre se quejaba de no tener novia, y yo, nunca me atreví a decirle, “amigo, lo que te falta es una lavadita de dientes”.
Como trabajabamos todo el día, regularmente ibamos a comer juntos. Llegó al punto que yo dejé de comer durante horas de trabajo, porque tenía el estómago tan revuelto que no me pasaba nada. Seguro están pensando.. “Que mujer tan exagerada”, pero señores, eso olía a basurero municipal.
¡Que tire la primera piedra el que nunca haya tenido un día de mal aliento! Es normal que esto pase, pero lo que no es normal es tener ese aliento diario.
En cuanto a mi excolega, la vida es buena y terminamos cambiando de rumbo. ¿Pero, que tal aquellos personajes guapísimos que alejan a la gente- a su pareja- o hasta a un futuro jefe- por su aroma?
Esto pasa mucho y creo que lo que falta no es tanto un cepillo de dientes y un frasco de enjuague bucal. Lo que falta es gente honesta que te diga en privado, “oye, que mal te huele la boca”. En un principio, tal vez odiemos al sincero que se atrevió a decirnos la verdad, pero luego lo agradeceremos.
Todo el mundo dice, “la primera impresión, vale oro” y si que lo vale. Pero, por más buena imagen, músculos, rostro y billetera que tenga un hombre, si a la hora de besarlo, huele mal, no hay nadie que se lo aguante.
Igualmente en una entrevista de trabajo. Si usted se toma un cafecito antes de llegar, por favor, o lleve una menta, o por lo menos tómese un vasito de agua después de su café. No hay nada más feo que acercársele a alguien, y sentir que tenemos que bajar el ritmo de la respiración para no inhalar el mal olor y hasta saborearlo.
En estas fechas, donde todos están en el espíritu de “paz y amor” y besito por aquí, abracito por allá, les tengo dos consejitos: primero, lávense la boquita, y segundo, sean honestos si a su compañero le apesta.
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