Las propuestas de Obama

Seis años después de la Gran Recesión, los números dicen que la economía crece, con excepción de uno, estancado: el de los ingresos de los trabajadores.

Es decir, la mayoría de la población.

Que quede claro: si el llamado crecimiento no beneficia a la población general, no es crecimiento.

Durante décadas las políticas nacionales auxiliaron a quienes más tienen, amparadas en el pretexto de que los gobiernos deben premiar a los “creadores de empleos” en vez de a quienes los trabajan.

Obama propone, ensaya, aventura, el inicio de un cambio. Por eso es tan importante la iniciativa económica que hoy enuncia públicamente en su discurso del Estado de la Unión.

Es que cuando 93% de nuestros beneficios impositivos son acaparados por los más ricos, cuando 80% de la gente ni los siente, cualquier recuperación es débil y efímera.

En un mundo en el que el 1% de la población posee el 50% de los recursos, Estados Unidos se ha acercado a pasos agigantados a aquellos países caracterizados, primero, por una espantosa brecha económica, y segundo, por la inestabilidad.

Y es que cuando el ingreso es insuficiente se cortan las vías a la educación, la salud pública, la vivienda y en última instancia, las contribuciones de las familias de clase media a la sociedad. De ahí el estancamiento y la insatisfacción.

Pero aún antes de ser enunciadas, las ideas del Presidente fueron rechazadas por los republicanos. En muchos casos injustamente, porque contienen elementos que ellos mismos proponían en el pasado.

Consisten en aliviar la carga impositiva a la clase media, mejorar su acceso a la educación y cerrar lagunas fiscales que benefician solo a unos pocos.

Las propuestas, en general luchan contra la desigualdad; facilitan educación superior para gente trabajadora; bajan impuestos a las inversiones productivas; aumentan la inversión en la infraestructura nacional; contemplan el aumento del salario mínimo; apuntan a mejorar las condiciones del mercado inmobiliario y apoyan la causa de los trabajadores inmigrantes como factor estabilizador de la economía.

¿Prosperarán las propuestas de Obama? En un Congreso de mayoría opositora y francamente hostil, seguramente que no.

Pero el mero hecho de enunciar estas ideas tiene una importancia enorme: pone sobre el tapete del debate público la situación real de la clase media.

Y aunque fuese también un gambito político de Obama, donde acapara la agenda política y pone al partido opositor a la defensiva, merece seria consideración. El apoyo y no la condena

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