La desenfrenada carrera por lograr el rascacielos más alto del mundo

El edificio Burj Khalifa de Dubai es, de momento, el más alto del mundo. Pero pronto podría quedar eclipsado. ¿Qué hay detrás del afán de los arquitectos por apuntar al cielo? Jonathan Glancey lo investiga.

El One World Trade Center es el edificio más alto del hemisferio occidental, y el cuarto más alto del mundo. Pero la carrera por acariciar las nubes está más encendida que nunca.

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Inaugurado en noviembre, este rascacielos se eleva 541 metros sobre Manhattan. Su altura es una referencia simbólica a la declaración de independencia de Estados Unidos en 1776.

El documento original, con su famosa frase “sostenemos como evidentes por sí mismas dichas verdades: que todos los hombres son creados iguales; que son dotados por su Creador de ciertos derechos inalienables; que entre estos están la vida, la libertad y la búsqueda de la felicidad” fue escrito por Thomas Jefferson, “padre fundador”, tercer presidente de Estados Unidos y uno de los mejores arquitectos de su época.

El nombre del nuevo edificio, diseñado por David Chils de Skidmore Owings Merril (SOM) iba a ser “Freedom Tower” (“Torre de la libertad”).

Después de todo, se trataba del monumental rascacielos –los primeros diseños fueron hechos por Daniel Libeskind- comisionado para tomar el lugar de las Torres Gemelas, destruidas por un ataque terrorista ejecutado por quienes no creen ni en la vida, ni en la libertad ni en la felicidad.

El nuevo World Trade Center fue rebautizado para restablecer la idea de que Nueva York es uno de los centros más importantes del comercio mundial y porque, como le dijo el presidente Calvin Coolidge a la Sociedad de Editores de Periódicos de EE.UU. en enero de 1925, “el principal negocio de los estadounidenses es el negocio mismo”.

“Por supuesto que la acumulación de riqueza no puede justificarse como el fin último de la existencia –agregó el mandatario-. Pero nos sentimos llamados a reconocerla como un medio para lograr casi todo lo deseable”.

Fue esta fusión de riqueza recientemente acumulada con una creencia en algo más allá de la existencia material lo que forjó los primeros edificios marcadamente altos del mundo.

Hasta donde sabemos, estos primeros edificios fueron los zigurats de arcilla de Sumaria, que se elevaban entre los ríos Tigris y Éufrates en lo que una vez fue Mesopotamia y hoy es el sur de Irak.

El deseo de alcanzar el cielo al tiempo que se rendía homenaje tanto a la riqueza como a los dioses (o Dios), combinado con la ambición inagotable de los albañiles y arquitectos, llevó a la creación de las pirámides de Egipto, las catedrales medievales y los rascacielos que comenzaron a aparecer en las calles de Chicago y Nueva York en el siglo XIX, cuando los marcos de acero y elevadores hicieron que vivir y trabajar a más de 300 metros de altura fuera una opción perfectamente lógica y rentable.oo

Hoy, el edificio más alto del mundo, el Burj Khalifa, está en Medioriente, el pináculo de una sociedad monoteísta que, al mismo tiempo, es adepta al comercio.

Esta estructura alongada, especie de Torre de Babel moderna, mide 828 metros. Desde sus miradores vertiginosos los visitantes pueden observar la gran ciudad comercial que se extiende abajo, hasta las aparentemente interminables dunas del desierto de Rub al-Jali, un cambiante mar de arena que evoca un mundo muy anterior al primer zigurat.

Y, como para reforzar el punto de que las torres y el comercio unen a la gente, el Burj Khalifa fue diseñado por SOM, los mismos arquitectos del One World Trade Center.

Sin embargo, hay otras razones para construir tan alto, y la competencia es quizás la más importante de ellas.

Cuando las Torres Gemelas del World Trade Center, diseñadas por el arquitecto estadounidense de origen japonés Minoru Yamasaki terminaron de construirse en 1971, eran los edificios más altos de Estados Unidos. Pero pronto les dispuarían el título.

En 1973, SOM completó la Torre Sears (ahora conocida como Willis Tower) en Chicago, con una altura de 442 metros, unos buenos 30 metros más alta que los monolitos de Manhattan.

Nueva York y Chicago han sido rivales comerciales por mucho tiempo: la carrera por ver cuál de las das podía construir torres más altas existe desde mediados del siglo XIX.

Por muchas décadas, el edificio más alto no sólo de Estados Unidos, sino del mundo, fue el Empire State.

Habiéndose elevado sobre Manhattan durante la Gran Depresión de los años 30, era un símbolo de los buenos tiempos por venir.

Incluso sobrevivió al choque de una aeronave, un bombardero B-25 Mitchell perdido en la niebla, en julio de 1945.

En una conferencia de prensa en Chicago en octubre de 1956, Frank Lloyd Wright develó su diseño para The Illinois, un rascacielos de más de un kilómetro de altura que se convertiría en la mayor bofetada para Nueva York.

Pero The Illinois superaba incluso de la fanfarronería de los banqueros y constructores más grandes de la ciudad. El proyecto nunca se llevó a cabo.

A pesar de todo lo que se dijo después del 11 de septiembre de 2001 sobre que los rascacielos se marchitarían y morirían, países en el mundo entero están flexionando sus músculos económicos e invirtiendo en edificios más altos.

Hoy, China cuenta con una colección de cientos de rascacielos (que usualmente se definen como edificios de más de 150 metros).

La silueta de Pudong, el nuevo centro comercial de Shanghái, es un bosque de extravagantes rascacielos. Cuando abra en 2015, la Shanghai Tower, diseñada por la firma estadounidense Gensler –con Jun Xia como líder del equipo de arquitectos- se convertirá en la segunda edificación más alta del mundo, con sus 632 metros de altura.

Es probable que los chinos quieran llegar todavía más arriba. Las naciones ricas en recursos petroleros de Oriente Medio, los reinos y los emiratos, están en abierta competencia con China, mientras que otros países deseosos de exponer su riqueza recientemente adquirida se han unido a este ligeramente necio juego de números.

Quizás lo responda el nombre del edificio nuevo más alto en Rusia, que se llama como una nave especial: se trata de la Torre Vostok, de 373 metros, cuya inauguración está prevista para 2015.

Después del Burj Khalifa y la Shanghai Tower, el tercer edificio más alto del mundo es el Mecca Royal Hotel Clock Tower, un rascacielos de usos múltiples que cuenta con una cara de reloj de cuatro lados que da hacia la Gran mezquita y la Kaaba, uno de los sitios más sagrados del Islam, que se dice fue construido por Ibrahim (Abraham).

La Mecca Tower, diseñada por los arquitectos Dar Al-Handasah mide 601 metros. Claramente, elevar la mirada a los cielos, junto con la ambición, la competencia y el comercio, seguirán siendo las fuerzas que seguirán empujando un tipo de edificación que continuará apuntado cada vez más alto en el siglo XXI y más allá.

Lee la

historia original en inglés en

BBC Culture

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