La Iglesia salvadoreña pide un nuevo enfoque hacia las pandillas

San Salvador – “No creo en eso de la tregua de las maras ni en diálogos, no me los trago… el viernes cuando salía para mi trabajo, un grupo de pandilleros enmascarados y armados habían puesto un retén cerca de donde se toma el bus; estaban cobrando renta a todos los pasaban por ahí. Quién se niega, se arriesga a ser asesinado”, narró el joven “Ricardo” quien reside en San Martín, en los alrededores de San Salvador, al opinar sobre el presunto proceso de “pacificación” que tiene lugar en este país centroamericano.

El joven, que trabaja de chofer en una empresa ubicada en la capital y que no quiso ser identificado más que por su nombre de pila, tuvo que regresar a su casa y volver a hacer el intento de llegar a su trabajo dos horas después, con lo que perdió medio día de labores.

No obstante, en El Salvador, algo se está moviendo en dirección de tratar de solucionar la criminalidad de las pandillas.

La Iglesia Católica confirmó ayer que “se está dialogando” con las bases de las pandillas o maras violentas, al mismo tiempo pidió “un cambio de enfoque” en la solución de la problemática, que tiene casi dos décadas de vigencia.

Es decir, de reprimir menos y dar oportunidades a los jóvenes en riesgo, tal como contempla el Plan El Salvador Seguro, logrado en consenso entre sectores religiosos, sociales y políticos.

Monseñor Gregorio Rosa Chávez, obispo auxiliar de la Arquidiócesis de San Salvador, aseguró que los pandilleros “son jóvenes que tienen derechos, tienen familias y necesitan ser escuchados”, al ahondar en sobre el tema del diálogo.

La iglesia, que tiene una sola voz que en este momento es la que estoy presentando a ustedes, insiste en que hay que buscar un cambio de actitud. ¿Cómo? Por ejemplo, en la base uno tiene a los pandilleros a las puerta de las parroquias y conocemos a la gente que está en eso, a sus familias, nos buscan, ahí es donde hay un trabajo en la base, que está a flor de piel”, apuntó el segundo jerarca de los católicos de El Salvador.

A finales de enero se dio a conocer que el liderazgo de las pandillas o maras habían acordado llevar adelante una segunda tregua con la finalidad de desmontar la violencia que afecta a El Salvador y que lo mantiene como uno de los tres países más peligroso del mundo, por sus altas tasas de homicidios superiores de 60 por cada 100,000 habitantes.

La primera tregua entre las maras iniciada en marzo de 2012 logró reducir los asesinatos de 15 a cinco diarios. Este proceso duró 15 meses porque no obtuvo consenso social ni apoyo político, sino duras críticas, según apuntan observadores locales.

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