Iglesia hispana impulsa cambios sociales en El Bronx
Iglesia en El Bronx apoya a la comunidad, en cuerpo y alma
Afuera de la Iglesia Evangélica Española de El Bronx, una larga fila de residentes esperan por comida en medio del frío inclemente. Una vez dentro, además de alimento también reciben el “pan del conocimiento” y sentido de comunidad en el sermón matutino.
Con biblia en mano y voz enérgica, el reverendo dominicano Danilo LaChapel siembra en sus feligreses en el vecindario de Melrose una fuerte conciencia social.
“El activismo y la espiritualidad son asuntos paralelos”, dice sin titubear.
“El doctor Luther King era ministro bautista y un líder de nuestra iglesia. Nuestra encomienda es perpetuar su legado”, agrega, en referencia al líder del Movimiento de los Derechos Civiles contra la segregación y la discriminación racial en Estados Unidos, quien fue asesinado en 1968.
Unos 60 parroquianos escuchan el sermón sin dilaciones. Muchos de ellos son mexicanos, dominicanos y garífunas de Honduras. La mayoría son trabajadores por día que no alcanzan a cubrir sus necesidades básicas con el salario mínimo.
“Un hombre sólo necesita un par de zapatos. El par de sobra es el que le corresponde a su hermano descalzo”, predica LaChapel. “Qué hay de la sangre de los pobres acumulada en los bancos de los ricos. El Señor nos enseñó a dar la mano al otro, no a enriquecernos a sus costillas”.
El programa “Dadles vosotros de comer” de la Iglesia Evangélica Española, fundado en 1993, alivia el hambre de 10,000 personas al mes. Los alimentos de la canasta básica distribuidos en la comunidad son donados por organizaciones como City Harvest y Food Bank, pero la Ciudad y empresas privadas también colaboran.
“Trabajo el día entero como empleada de casa, pero el sueldo simplemente no me alcanza. Sin la ayuda de la iglesia, mis niños pasarían hambre”, dijo la guatemalteca Dolores Cantú (45), residente de Soundview. “Mi familia se alimenta con la palabra de Dios y con los productos que nos ofrecen a manos llenas. Es una bendición”.
Durante los recortes al Programa de Asistencia Nutricional (SNAP) o cupones de alimentos, a principios de 2014, la Iglesia Evangélica Española hizo frente a un incremento del 40% de las familias con necesidad de comida.
Pero el reverendo LaChapel insiste en que el “pan del conocimiento” es la llave para generar los cambios que urgen en el sur de El Bronx.
“Los camiones de comida han saciado nuestra hambre. Ahora luchemos por camiones de libros que satisfagan nuestra mente”, predica el líder religioso. “Provean educación a sus hijos, para que mañana no sea ellos los que hagan la fila en espera de comida”.
La Iglesia ofrece programas deportivos y clases de música impartidas a niños y adolescentes con problemas de comportamiento. “Aquí queremos a los chicos que rechazan en otros sitios”, dice LaChapel. “No es tarde para cambiar su destino”.
El altruismo de la Iglesia Evangélica Española fue recompensado en el otoño de 2014 cuando recibió una parte de la donación de $1.25 millones que Citgo, la petrolera subsidiaria del Estado venezolano, le dio a El Bronx. Parte de la ofrenda ayudó en la mejora del sistema de almacenamiento y refrigeración de alimentos. Otro porcentaje sirvió para el acondicionamiento de canchas deportivas y la compara de instrumentos musicales que benefician a unos 80 menores.
Las actividades de la iglesia congregan a un centenar de voluntarios, incluido el puertorriqueño Julio Miranda (66), quien tiene unos dos años ayudando a su comunidad.
“Soy sobreviviente de cáncer y de un derrame cerebral, pero Dios me vida para servir a los menos afortunados”, indicó. “Yo creo en el sentido de comunidad, creo en la unidad”.
La nicaragüense Fátima Amena (44) es otra voluntaria que busca seguir al pie de la letra los consejos de su reverendo. “El Señor pide acción, no nada más oraciones”, indicó.
La Iglesia Evangélica Española de El Bronx ha sido sede de diversas campañas por justicia social, la más reciente en apoyo a las mujeres garífunas que sufrieron el castigo de grilletes en los tobillos colocados por autoridades migratorias al cruzar la frontera.
En el verano de 2014, se registró una ola de inmigración de mujeres y niños garífunas de Honduras, a raíz del desplazamiento y marginación en su país.
“El apoyo de la comunidad y de la iglesia fue fundamental para que muchas madres de mi pueblo fueran liberadas de los grilletes”, dijo el activista Pablo Blanco.
Actualmente hay cinco casos de inmigrantes garífunas en la Corte Interamericana y la iglesia sigue buscando justicia para ellos.