Editorial: Los préstamos estudiantiles

La acción de Obama ayudará a los estudiantes latinos

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Cerca de 40 millones de estadounidenses tienen una deuda de 1.2 billones de dólares contraída durante sus estudios universitarios. Este es un peso financiero importante que condiciona durante largos años las decisiones de estos profesionales.

La magnitud de la deuda estudiantil la coloca en segundo lugar en Estados Unidos, detrás de la hipotecas y por delante de las tarjetas de crédito. Se estima que dos tercios de los alumnos no graduados termina con más de 25,000 dólares y uno de cada 10 debe más de 54,000 dólares, según un reporte del Center for American Progress de 2012.

El propósito del presidente Barack Obama es ayudar a estos estudiantes a pagar la deuda, por eso ayer se dio a conocer una Carta de Derechos de la Deuda Estudiantil otorgándoles un mejor trato y protecciones como consumidores. El mandatario emitió un memorandum para el Departamento de Educación y otras agencias federales con el fin de ayudar a los prestatarios a pagar mensualidades que estén a su alcance.

Esto se traduce en brindarles una mayor información, el acceso de recursos para pagar la deuda, a un plan de repago que puedan cumplir y al trato adecuado que merece un cliente.

La acción de Obama ayudará a los estudiantes latinos. Muchos de ellos son los primeros en su hogar en seguir una carrera universitaria, no cuentan con la ayuda de sus padres para navegar un complejo sistema de financiación.

El problema de fondo de la deuda estudiantil se resuelve renegociando lo adeuda ya bajando el costos de los universidades que cada vez es mayor. El año pasado la senadora Elizabeth Warren (D-Mass) presentó un proyecto para refinanciar el interés de la deuda que fue bloqueado por los republicanos por considerar que la medida no reducía el costo de la educación ni la cantidad de préstamos que se otorgan.

La educación universitaria, especialmente en las instituciones con fines de lucro que atienden mayormente a las minorías, es un gran negocio que se alimenta de los deseos de superación del estudiante con los préstamos del gobierno. Cambios drásticos son necesarios para que se vea el dinero gastado por los estudiantes como una inversión colectiva y no un ancla en el cuello que da amplias ganancias a otros.

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