Editorial: Respeto para las campesinas

La situación por la que pasan estas mujeres es inaceptable

Una inmigrante mexicana trabaja en el corte de espinacas orgánicas, en una empresa de Colorado.

Una inmigrante mexicana trabaja en el corte de espinacas orgánicas, en una empresa de Colorado. Crédito: Getty Images

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Las labores en el campo ya son duras por su naturaleza. Mucho más difícil es para las campesinas que además están bajo el continuo hostigamiento, que llega hasta la violación, de parte de sus compañeros y superiores.

La situación por la que pasan las trabajadoras agrícolas es muy seria por la cantidad de esos casos. Los distintos análisis realizados a lo largo del país indican que entre 80% y 90% de las mujeres entrevistadas han sufrido de acoso verbal, de manoseos y de haber sido vejadas. El problema es muy grave porque los recursos que tienen estas víctimas son escasos. Por un lado, el temor a la deportación, como ocurre en otros ámbitos, hace que las víctimas tengan miedo de reportar el delito a las autoridades. Por el otro, cuando hay denuncias por delitos en el campo cometidos contra una mujer, las autoridades le suelen restar importancia.

Se estima que alrededor de medio millón de mujeres trabaja en los campos estadounidenses. Tres cuartos de ellas son inmigrantes indocumentadas, jóvenes solas o madres solteras. Esto las coloca en una posición vulnerable en un ambiente tosco, aislado y machista como son las labores del campo. El ser indocumentada y mujer juega injustamente en contra de estas campesinas a la hora de buscar justicia.

La situación por la que pasan estas mujeres es inaceptable. Las autoridades laborales y legales deben actuar con firmeza ante las denuncias y, de hallar que se ha cometido un delito, hay que castigar criminalmente al individuo responsable físico y a la empresa, si ésta sigue un patrón de ignorar lo que ocurre con sus empleadas.

Los trabajadores del campo son un importante recurso para una economía basada en productos agrícolas baratos. El valor de estos campesinos se acrecienta al tomar en cuenta que realizan labores que los estadounidenses no quieren hacer ya sea por la paga baja o por las condiciones arduas del trabajo.

La mujeres son parte de esa fuerza laboral. Ellas tienen el derecho a trabajar sin ser acosadas y sin la amenaza de una retribución por rechazar los avances de un supervisor o denunciarlo a las autoridades pertinentes. Ellas tienen el derecho a alimentar a su familia sin tener que sufrir humillaciones y vejaciones.

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