La lucha por la seguridad en el trabajo
Hoy, la mitad de las fatalidades en la construcción, la industria más peligrosa de Nueva York, les ocurren a los inmigrantes
¿Cuánto vale una vida? ¿$10 millones? ¿Un millón? ¿$10,000?
Después de la caída que le ocasionó la muerte a Ricardo González en un sitio de construcción en Queens el año pasado, las multas que su empleador pagó por no proveer un lugar de trabajo seguro tan sólo ascendieron a $10,440. Esa es una penalidad vergonzosamente baja por la pérdida de una vida y obviamente no es suficiente para incentivar al empleador de Ricardo a cambiar sus métodos laborales.
En teoría, los inspectores de seguridad deben evitar que las compañías de construcción pongan en riesgo la vida de sus empleados, pero en realidad las multas son muy bajas y la inspecciones no son frecuentes para tener un impacto.
Debido a la falta de personal, le tomaría a la Administración de Seguridad y Salud Ocupacional (OSHA, por sus siglas en inglés) más de 100 años en inspeccionar cada uno de los lugares de trabajo por lo menos una vez tan sólo en Nueva York.
La idea de que la OSHA está haciendo cumplir efectivamente las leyes de seguridad en los lugares de trabajo es ficción. Es aquí donde entra la Ley de Seguridad de Andamios que requiere que los empleadores provean el equipo de seguridad correcto y capacitación para sus trabajadores, y los hace responsables cuando no toman todas las medidas de seguridad necesarias.
Desafortunadamente, algunas personas quieren eliminar la Ley de Seguridad de Andamios. Por muchos años, una coalición de compañías aseguradoras y dueños de propiedad con intereses personales ha tratado de desmantelar esta ley, una ley que ha salvado un sinnúmero de vidas. (De hecho, el índice de lesiones en los lugares de construcción de Nueva York fue el sexto más bajo de todo el país del 2000 al 2011.)
La conversación sobre la seguridad en los lugares de trabajo ha sido, por generaciones, relacionada a las conversaciones sobre inmigración y clases sociales. A principios de los 1900, los talleres de explotación laboral que florecieron en el Lower East Side explotaron a inmigrantes recientes que estaban tan desesperados por conseguir empleo que estaban dispuestos a trabajar en condiciones inseguras.
Hoy, la mitad de las fatalidades en la construcción, la industria más peligrosa de Nueva York, les ocurren a los inmigrantes. Y en el 2012, el 39% de las fatalidades en el trabajo les ocurrieron a latinos.
Como la familia de Ricardo González conoce muy bien, el no tomar todas las medidas de seguridad necesarias puede ser mortal. Entonces, ¿Cuánto valor tiene una vida humana? Sin duda alguna vale más que cualquier cantidad de dinero que el empleador de Ricardo se ahorró al no tomar las medidas de seguridad necesarias.