Editorial: Mucho más que una bandera
En realidad, defender la bandera confederada equivale a defender en Alemania una bandera nazi diciendo que representa valores que van más allá de las atrocidades
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El arreo de la bandera Confederada que flameaba frente al capitolio de Carolina del Sur es un importante momento en la historia estadounidense. Finalmente se reconoce que este es un símbolo de una era de esclavismo, de una guerra civil combatida en el sur del país para defender y extender esta vergonzosa explotación del ser humano. En 1865 cayó derrotado el ejército confederado, recién ayer, y ojalá fuera que para siempre, se arrió la bandera.
Es trágico que para llegar a este momento hayan tenido que morir nueve afroamericanos asesinados por un admirador de la bandera, de los “valores sureños” y deseoso de iniciar una guerra racial. Dylann Roof no lo logró, por el contrario, su acción ayudó a eliminar la bandera y a unir en vez de dividir a sus residentes.
La Guerra Civil, un conflicto cruento en que murieron cerca de 750 mil soldados en los cuatro años de duración, se inició cuando los estados sureños quisieron separarse de la Unión, que no les permitía expandir la esclavitud. Esta fue la primera vez que se mencionó la repetida frase del “derecho de los estados” en este caso, para defender el esclavismo.
La visión crítica a la bandera y la manera romántica de ver a los protagonistas que iniciaron la guerra está multiplicándose a lo largo de la nación en distinta medida. Desde Washington hasta California se está cuestionando tanto el uso de los símbolos confederados como el homenajear a los líderes rebeldes levantando estatuas y nombrando calles, escuelas y parques en su honor. Se está siendo justicia quitando del pedestal esos hombres.
En realidad, defender la bandera confederada equivale a defender en Alemania una bandera nazi diciendo que representa valores que van más allá de las atrocidades. Es honrar a líderes del Tercer Reich como defensores de los valores arios ignorando el racismo y antisemitismo criminal, es querer poner banderas nazis en las tumbas de sus soldados que pelearon defendiendo su país en la Segunda Guerra Mundial.
Ya era hora de dejar el romanticismo que por mucho tiempo quiso distanciar los “valores sureños” de la esclavitud, cuando estos estuvieron íntimamente ligados; los primeros eran los que se vivían en la casa de los blancos y los segundos en el campo de una misma hacienda. Una sociedad construye su presente y futuro, reconociendo y aceptando la realidad del pasado.