Amaina la tormenta de los mercados
Las Bolsas de EEUU cierran al alza pero persisten las dudas sobre la estabilidad global
La fuerte tormenta que ha hecho tambalear a los mercados ha perdido algo de fuerza y ayer permitió a los de EE UU dejar las pérdidas. Los números rojos de los seis días anteriores volatilizaron 2 billones de dólares pero el miércoles los príncipales índices mostraron fuertes cifras en positivo. Después de perder un 10.71% en días anteriores el Dow Jones subió un 3.9% el mismo porcentaje que el S&P500.
Lo que vaya a durar es una incógnita porque algunas de las sombras que acechan a quienes apuestan su dinero por empresas y economías siguen sin disiparse. Ayer, mientras se digería la rebaja de tasas de interés y ratios de capital de bancos en China, los inversionistas de EEUU oían del presidente de la Fed de Nueva York, William Dudley, que la autoridad monetaria no debería tener prisa por subir las tasas de interés.
Lo que haga la Fed y la información que se tenga de China van a determinar los vaivenes de unos mercados con la mayor volatilidad vista en mucho tiempo. Los mercados de EEUU han disfrutado años de bonanza no solo porque la situación económica ha mejorado sino también porque ha habido muchas recompras de acciones que empresas han hecho con su dinero. La propia presidenta de la Fed, Janet Yellen, dijo hace unos meses que la Bolsa estaba sobrevalorada.
La rebaja, esperada, sin embargo más bien parece un aterrizaje forzoso y en parte está ocurriendo por los vientos que llegan de la segunda economía del mundo en Asia. De hecho, el índice de Shnghai, el más significativo de China, siguó ayer a la baja, un 1.3%. En Europa, todos los mercados registraron pérdidas después de haber tenido ganancias el día anterior.
El crecimiento de China está desacelerándose pero no se sabe hasta qué punto mientras que la deuda del país ha aumentado. Esta situación está repercutiendo en los precios de las materias primas y los mercados emergentes que dependen de estas y de la evolución china. Muchas multinacionales que están asentadas en este país y se han beneficiado del experimento en la transición económica del gigante asiático podrían empezar a tener problemas si la naciente clase media del país se estanca.
El problema es que además los dirigentes chinos no han tenido mucho éxito hasta ahora en enderezar el curso del mercado y esa impotencia añade desconfianza.