Raúl Peñaranda y su difícil carrera al éxito

El diseñador colombiano cuenta que logró sus sueños como cualquier inmigrante, "luchando"

El diseñador colombiano durante su último desfile durante NYC Fashion Week

El diseñador colombiano durante su último desfile durante NYC Fashion Week Crédito: Getty Images | Getty Images

De botones de un hotel a trabajar para Donna Karan y Oscar de la Renta y de ahí a la pasarela de la moda en Nueva York como nombre propio. Así podría resumirse la carrera del colombiano Raúl Peñaranda, que a pasos grandes se hace de un espacio en esta competida industria.

Peñaranda es un caleño que creció en un barrio humilde en Venezuela y que ha llamado la atención de importantes revistas de moda y también de Forbes, que le destacó como empresario de rápido crecimiento.

Asegura que ha sido difícil “pero no imposible” tener su propia marca desde hace cinco años, luego de afrontar vicisitudes como muchos otros inmigrantes.

“Cualquier persona puede hacer su sueño realidad. Hay que luchar. Van a tener a Raúl Peñaranda por mucho rato”, dijo el modisto, con una carrera que evoluciona guiado por las palabras que siempre escuchó de su madre: sueño, visión y realidad, que tiene tatuadas en su brazo izquierdo.

El diseñador de 44 años, hijo de una costurera, dice con humildad que ha financiado con sus ahorros su emergente empresa, cinco años en los que “no tenía dinero para comprar comida y en los que he dormido sobre toallas porque tampoco tenía para comprar un colchón, pero, sabiendo que haría realidad los sueños”.

“Mis limitaciones han sido mis grandes bendiciones. Crecer cuando no tienes mucho te obliga a ser mas creativo y usar lo que tienes y eso es lo que ha pasado con la línea”, indicó.

Tampoco olvida cuando salió con su familia de Venezuela, donde trabajaba en la industria hotelera, para establecerse en Miami.

“Durante cuatro años fui el padre y madre de mi familia porque no teníamos papeles. Solo yo tenía visa de trabajo y tenía dos empleos en hoteles para mantenerlos”, dijo Peñaranda, que desde pequeño soñaba con diseñar ropa para las mujeres y con que al usarlas “se sintieran invencibles”.

La suerte le sonrió

A Nueva York llegó en el 2000,  empleándose como botones en un hotel, donde su vida dio un giro al dibujar una tarjeta de cumpleaños para un ejecutivo de la compañía Donna Karan, que se hospedaba allí y que quedó tan impresionado por su talento que le quiso conocer.

“Me preguntó si estaba contento y le dije que no, que quería estar al otro lado de la recepción” y la respuesta del ejecutivo de Karan fue ofrecerle, para que aprendiera, un programa de computadoras que usan los diseñadores.

Poco después surgió una vacante como asistente de diseñador en Donna Karan, para la que compitió con una veintena de graduados de escuelas de modas, y fue elegido.

“No tengo un título de diseñador ni sé coser. Al principio llamaba a mi madre para preguntarle cosas constantemente”, dice sin reparos Peñaranda, quien tomó cursos de estampados mientras trabajaba con Karan y pasó así a ser diseñador en esa área.

Su talento como dibujante le llevó luego a la firma de Tommy Hillfiger y de allí, a la de Oscar de la Renta para hacerse cargo de los estampados. Poco después pasó a ser el director creativo, hasta que decidió lanzarse en solitario, a la vez que Zac Pozen le pidió que trabajara en una de sus colecciones.

Desde que lanzó su compañía en 2010 es uno de los hispanos que figura en el calendario oficial de la Semana de la Moda,  en la que presentó su colección “El amor gana”, inspirada en la decisión que legalizó las bodas entre parejas del mismo sexo, la que vistió con los colores de la bandera del arcoiris que representa a la comunidad LGBT.

Su colección complace los variados gustos de la mujer con piezas que van desde lo urbano con “bodysuits” tipo buzo largos o pescador que adquieren otro rostro al usarse con una falda, y que incluye además sencillos pero elegantes vestidos tipo cóctel. También vestidos largos con faldas de volumen, en los que está presente la influencia de De la Renta, a quien llama su maestro.

“Él tiene un espacio muy importante en mi corazón”, dijo y asegura que aprendió de la humildad del fenecido diseñador dominicano y de sus consejos. “Me decía que si quería ser un gran diseñador, tenía que aprender a decir que no, a ser selectivo. También a decir ‘no lo sé’ si no sabes una respuesta”, dijo el modisto, cobijado ahora por la firma Tiger, dueña de otras compañías de moda.

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