Salida de Boehner aumenta presiones sobre republicanos para evitar cierre del gobierno

Aún sin Boehner en el mapa político, el Congreso tiene que someter a voto una serie de legislaciones clave para el buen funcionamiento del gobierno

John Boehner.

John Boehner. Crédito: Mark Wilson | Getty Images

Washington.- La inminente salida del presidente de la Cámara de Representantes, el republicano John Boehner, ha destapado los desbarajustes de su bancada en el Congreso, que desde este lunes intenta avanzar en varias tareas pendientes, incluyendo la aprobación de fondos para evitar un cierre parcial del gobierno.

El viernes pasado, visiblemente conmovido por el discurso del Papa Francisco el día anterior ante el Congreso, Boehner anunció sorpresivamente que renunciará a su escaño y a su cargo el próximo 30 de octubre, para evitarle un daño mayúsculo a la institución.

El legislador republicano por California, Kevin McCarthy, que se perfila como el favorito para reemplazar a Boehner, ha urgido a su bancada a cerrar filas y “centrarse en la sanación y la unidad”.

Pero, según observadores, las pugnas partidistas han llegado a tal nivel que dificultan el avance de la agenda legislativa que incluye, además de los fondos del gobierno, asuntos como una nueva ley de transporte a largo plazo; la extensión de recortes tributarios; la renovación de la autoridad del banco “Export-Import”, y un aumento del techo de endeudamiento nacional.

Según observadores, es poco probable que Boehner pueda someter a voto una reforma migratoria antes de abandonar el Congreso, que se ha mantenido en el congelador gracias en parte a la intransigencia de los más conservadores.

Evitar cierre del gobierno

 Como máxima prioridad, el Congreso debe aprobar esta semana un proyecto de ley presupuestario que financie las operaciones de la burocracia federal o, de lo contrario, arriesgar un cierre parcial del gobierno el próximo jueves.

El plan por ahora es que el Senado vote una medida para mantener abierto el gobierno hasta el próximo 11 de diciembre, y que la Cámara de Representantes haga lo propio, ya sea aprobando esa misma legislación o enmendándola con una nueva fecha.

En 2013, los conservadores ya habían provocado un cierre del gobierno por poco más de dos semanas por su lucha contra “Obamacare”, y lo pagaron caro tanto en las encuestas como en las urnas.

En esta ocasión, las pugnas giran en torno a la exigencia de algunos conservadores de eliminar los fondos por $500 millones que el gobierno da a la organización de planificación familiar, Planned Parenthood.

De hecho, tanta ha sido la exigencia, que muchos conservadores del movimiento “Tea Party” amenazaban con retirar a Boehner de su cargo, inconformes con su liderazgo y su presunta flexibilidad para trabajar con la minoría demócrata.

Los del “Tea Party”, por ejemplo, tampoco han logrado apuntarse una victoria para anular o debilitar la reforma de salud de 2010.

Aunque los conservadores del “Tea Party” no tienen suficientes votos para colocar a uno de los suyos en el puesto de Boehner, el legislador republicano de Carolina del Sur, Mick Mulvaney -conocido por sus críticas contra Boehner-, ha insistido en que hablarán “con una sola voz” sobre sus posiciones y prioridades.

Mientras tanto, Boehner, que en el programa de CBS calificó a los ultraconservadores como “falsos profetas” por hacer a los votantes promesas poco realistas, ha dicho que su prioridad en lo que resta de su paso por la Cámara Baja es aprobar el presupuesto de la maquinaria gubernamental, que se quedará sin fondos la medianoche del miércoles.

“Quizá tenga un poquito más de cooperación de algunos en esta ciudad para intentar resolver los mayores asuntos posibles”, dijo Boehner en un programa dominical de la cadena CBS.

“No quiero dejarle a mi sucesor un establo sucio”, enfatizó Boehner.

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