Editorial: Justicia salarial para la mujer

La latina es la más perjudicada en la brecha que existe en la compensación salarial por género

La desigualdad en la compensación entre el hombre y la mujer es un problema serio en el mundo laboral. La brecha salarial no tiene nada que ver con una diferencia en el nivel educativo o el hecho que las mujeres estén en sectores de bajos ingresos de la economía. Numerosos estudios confirman que ya sea en un quirófano o en una fábrica, ellas reciben menos dinero que sus colegas masculinos.

Se calcula que una mujer gana un promedio de 79 centavos por cada dólar que recibe un hombre. Si es una afroamericana el pago se reduce a 64 centavos, peor aún si es latina ya que la compensación cae a 55 centavos. Por eso en estos días se cumplió el Día de la Igualdad Salarial para la Mujer Latina.

Esto significa que una hispana debe trabajar hasta octubre del año siguiente (o sea 22 meses) para ganar lo mismo que recibe un hombre blanco en una labor similar. Si esta brecha se proyecta a lo largo de una vida laboral de 40 años, las latinas pierden más de un millón de dólares en comparación a sus similares masculinos, o puesto de otra manera, ellas tiene que trabajar 73 años para recibir la misma cantidad, según el National Women’s Law Center.

A diferencia de otras brechas económicas, esta no se soluciona con mayor educación, aunque se cierra la diferencia un poco más. Una latina con una maestría gana 38 centavos menos por dólar que los 42 centavos de diferencia que gana alguien sin graduarse de la secundaria. Esta es una discriminación por género a lo largo de todo el universo laboral.

Una alternativa para remediar esta situación es actualizar la Ley de Pago Equitativo de 1963,  haciendo cambios en la ley para vigilar más de cerca los diversos procedimientos laborales en una empresa que conducen a este resultado desigual. Ese era el propósito del Paycheck Fairness Act que murió en el Senado en 2014 ante la oposición republicana, que no vió la medida como un remedio a un problema, sino como una maniobra demócrata para hacerlos quedar mal ante el electorado femenino.

La excusa es absurda. Con ella se quiere politizar el tema para restar importancia a una realidad que perjudica a la mitad de la población. Se quiere mantener un sistema injusto e inaceptable que no tiene cabida en una sociedad moderna.

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