Desorientada, la Conmebol medita su voto para no perder influencia
Una victoria del jeque Al-Khaliffa podría tornarse un traspié político
No es nada sencilla la disyuntiva de la Conmebol de cara a la elección presidencial del viernes. Tras 40 años de exitoso contrapeso del poder de la UEFA y de apostar a ganador, el fútbol sudamericano está desorientado. La “traición” de mayo votando al príncipe Alí en lugar de a Joseph Blatter no salió bien, ya que algunos países sudamericanos desconocieron el acuerdo y apoyaron al suizo, finalmente claro vencedor. La Argentina votó por Alí, un movimiento imposible en los tiempos de poder absoluto de Julio Grondona. Sin capacidad de generar un candidato propio -su plana mayor está presa o en serios problemas con la Justicia-, la Conmebol optó por apoyar esta vez al suizo-italiano Gianni Infantino, mano derecha de Michel Platini antes de que la carrera del francés se viera arruinada por las investigaciones que lidera el FBI.
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Infantino no puede estar muy tranquilo: su máximo rival y favorito, el jeque Salman Ibrahim Al-Khaliffa, envió un emisario para reunirse el domingo pasado en Nueva York con la Conmebol, por el sorteo de la Copa América. ¿A quién votará el bloque de 10 países que comanda el paraguayo Alejandro Domínguez? La lógica de la supervivencia indica que a Infantino. “Si Salman gana, será una gran derrota para Europa y América latina”, dijo a LA NACION Klaus Stoehlker, asesor de imagen de Blatter. “Sepp ya no puede ayudarlos, y con las detenciones que hubo y las que podrían venir está claro que la Conmebol debe crear una nueva elite de dirigentes.” Parecido a lo que reclaman los cuadros técnicos de la FIFA: “Los vientos de cambio no pueden salir sólo de Zurich, sino también desde donde se generaron los problemas. La Conmebol en general, Brasil y la Argentina en particular”.
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